Currículum vitae

Currículum vitae

De niño quería ser tocador de campanas: ¡vivir en un pueblo grande que tuviera muchas torres, a ser posible con veleta, y subir cada hora a una a repicarlas y llenar el aire de golondrinas asustadas, y los días de fiesta voltearlas y que brincara su sonido por las hondonadas de los valles y los picos de las montañas!

Quise luego ser pastor de ríos, y apacentar las aguas con una vara de avellano escuchando su canción corriente abajo hasta dejarlas recogidas en el redil azul del mar.

De joven me hubiera gustado estudiar para jurisconsulto y librepensador.

Lo primero, para salir por esos mundos de Dios a poner un poco de justicia igual que don Quijote, y que la gente en sus rencillas tomara ejemplo, como decía mi madre cuando éramos pequeños, de los pájaros, que se pelean por unas migas de pan y enseguida se perdonan y hacen las paces… Lo segundo, por tener todo el día libre para pensar. Y como para eso resulta indispensable frecuentar el trato de los que antes han hecho lo mismo, y andar entre libros, pues gastar por lo menos la mitad de la vida leyendo: por el invierno al calor de la lumbre, en primavera tumbado en cualquier prado que tuviera una fuente, en verano a la sombra de algún árbol vecino de un arroyo o al sol último de la tarde en las colladas más altas, y en otoño paseando con las hojas por los caminos del monte; y luego dedicar la otra mitad a escuchar los pensamientos que me fueran viniendo a la cabeza y, si tuviera el don, ponerlos en forma de palabras y darlos a la imprenta.

Soñaba en la edad adulta más laboriosa con ser un oficinista melancólico que viviera en un país lluvioso y se pasara las horas sentado a una mesa llena de papeles, cerca de una ventana, viendo discurrir las nubes grises por el cielo y a la gente deambular afanosa por la calle; o campesino ocioso en una aldea, entregado por el día a revivir las labores propias de cada estación –sembrar memoria, dorar tiempos, vendimiar palabras, carpintear aperos–, y por la noche a ponerles nombre a las estrellas.

De mayor quiero ser vendedor de sueños, y comprar con las monedas que gane una casa con jardín pastoreada por todos los vientos, y vivir en ella pobremente en la sola y amistosa compañía del silencio.

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