En la D23 Expo, la mayor convención de fans de Disney del planeta, una de las actividades principales es cazar pins, como en las Olimpiadas. Sí, más de 100.000 personas —muchas de ellas disfrazadas de Cenicienta o Lobezno, por ejemplo— buscan una decena de chapitas en los 9.300 metros cuadrados de un centro de convenciones del sur de California. Quien recolecte 10 tiene acceso a sorteos y premios. Así que de las acreditaciones de los asistentes cuelgan también insignias de la princesa Ariel, de la serie Solo asesinatos en el edificio, de los pingüinos de National Geographic o con el eslogan Cada segundo cuenta, de la serie The Bear, de FX. Ecléctico, variado, rarísimo hace menos de una década. Pero una evidente demostración de que Disney, hoy, con 190.000 empleados y un valor de 156.000 millones de dólares en el mercado (143.000 millones de euros), es mucho más que princesas. Es un gigante global que estos días despliega su poderío.
