Dani Mateo: «Veo menos a mi madre que a mis maquilladoras, pero sé que está orgullosa de mí»

Dani Mateo: «Veo menos a mi madre que a mis maquilladoras, pero sé que está orgullosa de mí»

En los programas en los que se gana el jornal, Dani Mateo (Barcelona, 1979) ejerce su profesión con una genuina dosis de crítica social y política. Un estilo, el de agitar el avispero, cuyas consecuencias asume con impagable ironía: «Dudo que por algún chiste de “Zapeando” acabe frente a un juez, aunque con los malos que son algunos, lo entendería» –nos reconoce–. Trabajar en «El Intermedio», sin embargo, «es un deporte de riesgo que acepto gustoso porque soy un imprudente. Es un trabajo duro. Peor sería tener un trabajo de verdad». Mientras descansa del tajo con el Gran Wyoming por vacaciones, este julio sigue entreteniendo la hora de la siesta, en La Sexta. Así que vayan zapeando…

Estudió periodismo porque quería ser Andreu Buenafuente. ¿Haber llegado a ser lo que es le llena de orgullo y satisfacción?

A la Reina y a mí, por supuesto. No te voy a negar que algo de orgullito siento. He tenido mucha suerte. Estuve en el lugar correcto en el momento justo: principios de 2000, se abrían nuevos canales, había ganas de comedia en los teatros y en los bares y coincidí con una generación de cómicos que fueron maestros. Supongo que algo de mi parte he puesto también.

Aparca en la televisión a las 14:00 horas y llega a casa a las 23:00 toda la semana. El finde hace monólogos. Las charlas de su madre deben ser antológicas…

A la pobre la veo menos que a mis maquilladoras, pero sé que está orgullosa de mí… O eso me parece entender mientras le cuelgo. Bromas aparte, intento hablar mucho con ella. No es fácil tener un hijo a 600 kilómetros desde hace 20 años al que ves a diario y no puedes abrazar.

Tuvo un accidente de coche hace un mes, con fisura incluida, que le quitó hasta las ganas de reír. Alguien que trabaja tanto, ¿qué hace cuándo la vida le para?

Descansar, meditar, ver series y películas, engordar cinco kilos en 15 días (si no me controlara, estaría como Pavarotti) y reflexionar sobre lo mal que conduzco, además de disfrutar de la suerte de estar vivo, que es maravillosa.

«Cuando todo me daba miedo y el mundo me parecía un lugar hostil, me refugiaba en un cómic de Mortadelo y era feliz», escribe en sus redes. Mucho tiempo después, ¿perduran esos miedos o tiene otros?

Perduran todos y he ido sumando otros. El mundo es como es y como cantaba mi amigo Ismael Serrano, «ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam» (cambia Bosnia por Gaza, Ucrania…). Nos queda el consuelo de la risa. Mi madre siempre me reñía por vivir en la Luna. Ahora resido en Saturno, sentadito en el anillo y con las piernas colgando. En mi último show, «¿Por qué no te callas?», hablo mucho de esto. Tienes que venir…

Tras 18 años dando a conocer las otras noticias en «El Intermedio», ahora cuente la verdad: ¿en qué estado de forma llegan a la mayoría de edad?

Muy en forma. Las nuevas incorporaciones han encajado como anillo al dedo. Me lo paso muy bien siendo un agente del caos y participando de esa comedia gamberra.

Llegó a tener que testificar por un chiste sobre El Valle de los Caídos. ¿Qué aprendió de aquello?

Aprendí dónde están los famosos juzgados de Plaza Castilla y cuál es el mejor sitio para aparcar. Fuera de eso, intenté que la situación me afectara lo menos posible. Si dejas que el miedo te venza, lo más fácil es que acabes optando por hacer chistes costumbristas, humor blanco y regalando flores a los viandantes con una túnica anaranjada.

¿Cuánto le ha durado el disgusto por la marcha de Xavi Hernández y a qué figura del Bar-ça confía un cambio de tornas?

Pues aún me duele…Tenemos mucho que agradecerle a Xavi y las formas en las que se le ha despedido distan mucho de las que deberían haber sido. Dicho esto, rezo cada noche a los dioses antiguos y nuevos para que fichemos a Nico Williams.

¿Va a tener unas vacaciones al uso o hará algo distinto este verano?

Turisteo por España, mucho relax y, quizá, una semanita en autocaravana por algún lugar muy verde y muy bonito. La naturaleza me lo cura todo.

¿El mejor consejo que le ha dado el Gran Wyoming y el que le daría usted?

Me dijo: «Ser artista es plantarse en un escenario con la cabeza erguida y decir: éste soy yo y aquí están mis huevos». Un poco tosco y macarra, como es él, pero una verdad muy sabia. El que le daría yo es que no insista en lo de ser cantante. Toca muy bien la guitarra y tiene amigos que cantan fenomenal. Ya está.

Para terminar, ¿qué ha dejado para septiembre?

Unos lomos macerando en orza.

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