David Madí, de Churchill a Sánchez-Llibre

David Madí, de Churchill a Sánchez-Llibre

Pedro Sánchez no caerá por lo que pueda deshacer Junts. Y por supuesto que si cae no será por una moción de censura por mucho que Junts, el partido de Puigdemont, especule con éstas. Llegará un día que el terreno de juego cambiará. Y aunque puede que esté más lejos de lo que hoy imaginamos, llegará ese día. Como así ha sido a lo largo de la democracia, la derecha que representa el Partido Popular se ha dado la mano con las derechas periféricas (Junts y PNV) siempre que les ha convenido a ambas partes. Y no sólo en política económica y social. Hubo pactos de calado y los volverá a haber.

Junts no es un partido al uso porque las circunstancias tampoco lo son. Además de ser el único partido en el que manda un militante que no ocupa ningún cargo orgánico. Y no es que mande algo, manda en todo. Absolutamente en todo. No se mueve papel significativo sin su consentimiento. E incluso en los de trámite interviene. Como tampoco hay un solo cargo directo o indirecto que no haya sido propuesto o bendecido previamente por Puigdemont. Y ni uno quiere decir ni uno. No hay ningún otro líder político con tanto poder en su formación. En todos hay contrapesos. En unos más que otros, claro. En Junts no hay contrapeso alguno. Sus ejecutivas son de puro trámite. En ellas a lo sumo se comunica a sus miembros la decisión del líder. O parte de ésta, se pide «confianza», se pasa página y se espera a los acontecimientos. No siempre fue así. Ni mucho menos.

Lo cuenta al dedillo David Madí, «enfant terrible» de CDC y escudero de Artur Mas durante largos años en «Merèixer la victòria» de Columna Edicions, sello en catalán del Grup 62 (Editorial Planeta). Hoy Madí está apartado de la primera línea, ejerce su influencia a discreción pero siempre con criterio, su criterio. Una circunstancia muy difícil hoy en el partido de Puigdemont. Tener una opinión distinta a la del líder se puede pagar caro. Muy caro. No es que Puigdemont gobierne Junts, es el emperador, el soberano absoluto. Y eso es algo que no casa con Madí.

Fue (cuando estaba en activo en política) y sigue siendo un tipo de carácter, con la cabeza bien amueblada. Implacable con el adversario. Pero, a su vez, compasivo. Esto último también lo distancia del quehacer de Puigdemont. David Madí fue el verdadero arquitecto de la llamada Lista Única o Lista del President (Mas). Con ella asestó un golpe a la estrategia de los republicanos de Junqueras. Fue la primera vez que el líder republicano besó la lona. Madí sometió a ERC, aunque luego esa estrategia le costara la cabeza al mismo Mas. También fue la primera vez que Junqueras se dio cuenta que en la lucha por la hegemonía estaba a años luz de lo que había construido Jordi Pujol en 23 años. Una cosa es presentar batalla en el terreno electoral. Y otra muy diferente una hegemonía cultural, intelectual, mediática y sociológica. También por entonces Junqueras probó el amargo sabor de la traición. Algunos de los suyos, ocupando puestos clave, lo vendieron, lo pusieron a los pies de los caballos. Y éste finalmente cedió.

Madí creía que la Lista Única era una apuesta inequívoca para una década larga. Pero duró dos telediarios. Cuando Francesc Homs «Quico» tomó las riendas todo cambió. Fue Homs quien a espaldas de Josep Rull (entonces secretario general de CDC) liquidó las candidaturas conjuntas con ERC. Por puro egoísmo, por vanidad, por el deseo de manejar el cotarro sin que nadie pudiera meter las narices. Madí jamás hubiera soltado la presa. Es un tipo de firmes convicciones que guste más o menos va de frente. Lo sabe Paco Marhuenda con quien coincide los lunes en la tertulia matinal de Catalunya Radio.

Madí es un hombre profundamente de derechas, de una derecha liberal. Pero derecha al fin. Lo que tampoco esconde. Empezando por su devoción a Winston Churchill. Detesta a la CUP, no puede con ellos y no pierde ocasión para dejarlo claro. No ve el mundo en blanco o negro. Sabe de los matices, sabe que hay que aprovechar las oportunidades y sabe que si cabe hay que llegar a acuerdos hasta con el demonio. O precisamente con el demonio.

Es de especial interés su opinión sobre personajes variopintos a los que dedica capítulos enteros. Alabanzas a Josep Sánchez-Llibre, actual presidente de Foment del Treball. O a José Manuel Lara Bosch y a su entorno de confianza. Nos viene a decir que no hay que creerse tanto lo que cuentan de fulanito o menganito que a menudo nada es lo que parece.

Ocurre que personajes como David Madí hoy son una rara avis en ese mundo. No hay suficiente espacio para ellos. Madí necesita espacios amplios y ahora se lleva lo de achicarlos. No siempre fue así y no siempre lo será.

Please follow and like us:
Pin Share