De Tom Wolfe al presente convulso: vuelve la fiebre por el periodismo narrativo

De Tom Wolfe al presente convulso: vuelve la fiebre por el periodismo narrativo

En una entrevista inédita de 1994, rescatada hace unos meses por la revista TintaLibre, Gabriel García Márquez advertía de que “los racionalistas tienen la tendencia a limitar el mundo a un espacio muy pequeño”, y avisaba: “Les han dado un cuadro dentro del cual meter la realidad, y la realidad que no cabe dentro de esos cuadros, no existe”. Frente a la escuela del periodismo impersonal y “objetivo”, ese angosto lugar salta por los aires gracias al periodismo narrativo. Es un tipo de periodismo que usa todas las herramientas literarias a su alcance para proveer de pensamiento, emoción y sensibilidad a su escritura. Son piezas de largo aliento, donde subyace la idea de ofrecer “una versión más rica de la experiencia de lo que puede proveer el mero reporteo factual”, explica la periodista Susan Orlean en El nuevo Nuevo periodismo, de Robert S. Boynton (Edicions de la Universitat de Barcelona, 2015). Se trata de transmitir y dotar de vida algo que realmente ocurrió. Un tipo de periodismo que captó una atención masiva —y un reconocimiento, también— en 2015, cuando la periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich ganó el Premio Nobel de Literatura.

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