Descubren al fin cómo cazábamos mamuts hace 13.000 años

Descubren al fin cómo cazábamos mamuts hace 13.000 años

¿Qué nos podría enseñar un humano
de hace 13.000 años? La electrónica le queda muy lejos, así que no podría
diseñar un smartphone y, posiblemente, tampoco hacer tu declaración de la Renta,
pero sé sincero: tú tampoco. En realidad, por compleja que sea nuestra
sociedad, la cantidad
de conocimiento que aplicamos en nuestro día a día es relativamente limitada, y
eso es lo mismo que sucedía hace 13.000 años, porque alguien tenía que
construir cestos, levantar casas y tallar puntas de flecha.
Oficios que tenían sus trucos y que, para dominarlos hacía falta conocimiento, tiempo
y maña.

Por sencillos que parezcan sus diseños, la mayoría tenían
más complejidad de la que sospechamos y un grupo de científicos acaba de
descubrir algo realmente sorprendente de las lanzas de los primeros pobladores
de América.
Hasta ahora los expertos asumían que estas lanzas con las llamadas Clovis
por la localidad de Nuevo México en que se hallaron, se lanzaban como si fueran
jabalinas o se empuñaban para clavárselas al animal sin soltarlas. Ahora,
este estudio sugiere que podían funcionar,
más bien, como picas cuya punta producía fragmentos al hundirse en el animal,
algo así como las infames balas huecas de la actualidad. Tecnología punta,
pero… ¿cómo pueden saberlo?

Lo que cuesta un Clovis

Las puntas Clovis son, en realidad, uno de los restos
arqueológicos más frecuentes de Estados Unidos durante la Edad de Hielo. Su estructura
es muy reconocible, aparte de por su acanaladura en la base, por su contorno.
Por un lado, está mucho más afilado que otras puntas
de flecha, casi comparable al filo de una navaja. Por otro lado, ese borde
cuenta con una gran cantidad de estrías (indentaciones) Están hechos a partir
de sílex, pedernal o jaspe y su tamaño puede ir desde el equivalente a un
pulgar hasta un teléfono mediano. No siempre era sencillo encontrar el
material adecuado, ya fuera la piedra o el tipo de palo necesario para
construir una lanza cómoda, recta y resistente. Por lo que, cazaran como
cazaran, parecía claro que les convenía poder recuperar el arma.

Scott Byram, investigador asociado en la Instalación de
Investigación Arqueológica de Berkeley y uno de los investigadores principales
del estudio, recalca que “este diseño antiguo de los nativos americanos
fue una innovación sorprendente en las estrategias de caza. Esta tecnología
indígena distintiva está proporcionando una ventana a las técnicas de caza y
supervivencia utilizadas durante milenios en gran parte del mundo.” Está
claro que atravesar la piel y la grasa de un mamut no es ninguna tontería y nuestros
antepasados de hace 13.000 años eran capaces de hacerlos, de hecho, se han
llegado a encontrar puntas de Clovis hundidas en restos de mamuts, lo que
quiere decir que, las usaran como las usara, a veces se quedaban atrapadas en
sus cuerpos.

Simulando la batalla

Para resolver la cuestión, los investigadores han abordado
el problema por dos cauces. El primero: una revisión de los escritos, el arte y
los objetos relacionados con la caza alrededor del mundo. En concreto, se
enfocaron en los testimonios relacionados con la caza con lanza plantada en el
suelo, como si fuera la púa de una empalizada inclinada hacia delante. El
segundo lugar, llevaron a cabo el primer estudio experimental de armas de
piedra centrado en esta técnica de caza, como si usaran picas. Y es que,
esta técnica podría haber aumentado la fuerza que ejercía la punta de Clovis
sobre la piel del animal, ya que no se aproximaban empujadas por los diminutos
brazos de un humano, sino por la inercia del animal, mucho más fuerte y pesado.

Ahora bien… ¿la lanza habría soportado tal embate? Tras
probarlo, lo cierto es que no lo parece, la lanza se desmontaba al dejarla caer
desde una altura de 35 centímetros, con la punta hacia abajo y cargada con apenas
11 kilos. Ahora bien, si el estudio está en lo cierto, al partirse dejaba un
regalito en el cuerpo del animal. La punta se soltaba y doblaba de tal forma
que dejaba esquirlas a su paso e, incluso, podía astillar la lanza. Posiblemente,
este mecanismo podría dejar heridas relativamente graves en la presa, como una bala
hueca moderna, lo que podría ser una estrategia de matar muriendo. O, dicho
de otra forma: si tengo que perder la lanza, que haga el mayor daño posible.

Defensa y ataque

Según los investigadores, estas lanzas podrían haber
cumplido una función mixta, por un lado, como elemento de ataque, por otro como
defensa frente a carnívoros. Sin embargo, es muy pronto para afirmarlo. Para
conocer las verdaderas posibilidades de estas lanzas los investigadores tendrán
que llevar a cabo más experimentos. De hecho, planean simular un mamut para
recrear su carga contra una de estas lanzas y, así, conocer con más precisión
los daños que pueden producir y cuánto resiste según el empleo.

En cualquier caso, este estudio nos acerca un poco más a
responder uno de los grandes misterios de la antropología: ¿cómo lograban
nuestros antepasados cazar a la megafauna de su tiempo? Ahora, al menos,
podemos hacernos una idea.

QUE NO TE LA CUELEN:

Tampoco tenemos evidencia de grandes trampas con picas
plantadas en el fondo, como hemos visto en algunas representaciones populares,
así que, por ahora, cuando imaginemos picas tenemos que hacerlo con ellas en
mano.

REFERENCIAS (MLA):

Byram,
Scott, et al. “Clovis Points and Foreshafts under Braced Weapon
Compression: Modeling Pleistocene Megafauna Encounters with a Lithic
Pike.”
PLoS ONE, 21 Aug. 2024.

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