Desde el lado correcto y otro artículo para no hacer amigos

Desde el lado correcto y otro  artículo para no hacer amigos

Samuel Langhorne Clemens (1835-1910), más conocido como Mark Twain, no tenía pelos en la lengua, ni en la pluma, y zahería a los enemigos con la misma soltura con la que alababa a los amigos. «No vale la pena esforzarse –escribiría– por decir la verdad a personas que habitualmente descartan todo lo que les digas, sea cierto o no». Hoy, martes, 28 de mayo, víspera del aniversario de la convocatoria de las últimas elecciones generales, el Consejo de Ministros que preside Pedro Sánchez aprobará el reconocimiento de Palestina como Estado. Un gesto de cara a la galería y al electorado más radical del PSOE, en puertas de las urnas europeas de las que el inquilino de La Moncloa espera salir mejor parado de lo previsto antes las elecciones catalanas. El Gobierno, con esa iniciativa, que atropella a la verdad, se desvía del lado correcto de la historia y de los grandes países, desde Alemania, Francia, Reino Unido a Estados Unidos, y elige la vía de insuflar aire a los terroristas de Hamás que han celebrado la decisión, también aplaudida por los talibanes afganos, que no parecen los mejores compañeros de viaje.

Hay un gen antisemita en las sociedades occidentales que siempre revive. Yolanda Díaz, Ione Belarra e Irene Montero vociferan contra Israel y no se les cae de la boca la palabra «genocidio». La ministra de Defensa, Margarita Robles, también la ha utilizado y ha subido el listón de la agresividad del Gobierno. Todo por un puñado de votos y apoyos parlamentarios. Israel y su primer ministro Netanyahu son criticables y sus métodos de respuesta a Hamás son muy discutibles. Sin embargo, acusarles de genocidio, es alinearse con quienes –Hamás, Irán, etc.– defienden lo más parecido al exterminio judío, es antisemitismo, con todas las letras. Palestina, además, son dos Palestinas, la de Mahmud Abbas en Cisjordania, el mascarón de proa de la corrupción internacional y un territorio que pospone sine die las elecciones. La otra Palestina es la de Gaza y Hamás, un régimen policial teocrático, en donde está prohibido el cine, las mujeres no tienen derechos y hay pena de muerte para los homosexuales. La izquierda radical europea y española es pro palestina porque, en su día, los palestinos eran marxistas pro soviéticos, enemigos de Estados Unidos. Ahora, esa izquierda mira hacia otro lado ante los abusos y falta de derechos de los palestinos y denigra a Israel. Eso es antisemitismo, pero este no es un artículo para hacer amigos, aunque haya personas que habitualmente descartan todo lo que se les diga, como criticaba Mark Twain.