Desde Sarriá a Santiago para celebrar la vida en todas sus formas

Desde Sarriá a Santiago para celebrar la vida en todas sus formas

Tras recibir un diagnóstico de cáncer de mama, comienza un camino lleno de desafíos físicos y emocionales. Cada terapia es una empinada cuesta que la afectada debe ascender superando, en muchos casos, su ansiedad y miedos; y cada cirugía, un caudaloso río que necesita cruzar pese al rechazo y la incertidumbre. Así, como el peregrino enfrenta los desniveles del terreno y las inclemencias del tiempo considerando que las ampollas en los pies y el dolor muscular son parte del precio a pagar por alcanzar la meta final, las personas que viven con cáncer de mama avanzan con coraje y perseverancia haciendo frente a los altibajos de su tratamiento y comprendiendo que cada sacrificio es una oportunidad para crecer y encontrar la meta, un paso necesario en el camino de su vida.

Entrelazando este hermoso paralelismo de lucha, superación, dolor y esperanza entre el “viaje” que experimenta el paciente con cáncer de mama y el del peregrino que recorre el Camino de Santiago, el Hospital Universitario La Princesa de Madrid organiza, desde hace cinco ediciones, la iniciativa “El Camino de tu Vida”.

Este proyecto, que cuenta con la colaboración del Instituto de Investigación Sanitaria IIS-Princesa y la Asociación Española contra el Cáncer, consiste en acompañar a un número determinado de mujeres afectadas por cáncer de mama a recorrer el tramo final del Camino de Santiago. En concreto, el trayecto de 115 kilómetros se inicia en la localidad de Sarriá y, tras 5 jornadas (recorrerán una media de 25 kilómetros diarios), el grupo llega a Santiago de Compostela.

La iniciativa, que ha celebrado su quinta edición del 19 al 25 de mayo de 2024 con la participación de 19 mujeres con cáncer de mama, está coordinada por Anabel Ballesteros, especialista en Oncología Médica de este hospital público. “Hay experiencias vitales que sólo pueden entender las personas que han pasado por lo mismo y esa es la fortaleza emocional de esta experiencia: compartir camino con personas que han pasado por lo mismo y van a realizar el mismo reto”, asegura.

Marta Linares ha sido una de las peregrinas que han completado el reto en 2024. En diciembre de 2021 le diagnosticaron un cáncer de mama hormonal. Sin embargo, su primer contacto con la enfermedad y todo lo que ella implica comenzó hace 15 años cuando a su hermana le detectan un cáncer hormonal en el pecho bastante complejo y avanzado. “Desde el hospital privado nos derivaron al Hospital La Princesa y yo voy con mi hermana al hospital de día, no me pierdo ni una sola quimio. El doctor Jiménez se jubila y comienza a encargarse de su caso la doctora Ballesteros. Le salvaron la vida”, recuerda.

Quince años después, Marta estaba duchándose y, al revisarse, notó un bulto sospechoso en el pecho izquierdo. “En ese momento, por un instante, la vida se congela. No doy crédito. Entonces, empiezan a llamar a tu cabeza los temores, pero intentas mantener la calma porque no tienes nada confirmado ni te has hecho ninguna prueba”, explica. Pese a que en una primera consulta descartan que sea un cáncer, tras realizarle una punción, se confirma. “Era un cáncer. Le pusieron nombres y apellidos. Y, pese a que yo estaba convencida de que el diagnóstico iba a ser ese, cuando lo escuchas de la boca de un médico, el suelo se abre bajo tus pies”. No obstante, Marta sintió alivio: “Una parte muy importante de esta andadura, que es la hoja de ruta, ya la tenía hecha. Yo sabía cuál era cada una de la parada y fonda a donde acudir. Ese fue un alivio muy, muy importante. No obstante, debo reconocer que fue una sorpresa conocer cómo había avanzado la ciencia en esos últimos 15 años”.

Una vez superó el shock del diagnóstico, tomó una importante decisión: no iba a dejar que los miedos y temores se atrincherasen en su ser. “Decidí llamarlo por su nombre y pedirle a todo el mundo que, si querían estar a mi lado, lo trataran de la manera más natural posible porque yo necesitaba centrarme en vivir lo más normal posible. A lo largo de todo el camino iba escuchándome, iba viéndome, iba entendiéndome, e iba reconciliándome conmigo. Aprendí a verme por primera vez, a mimarme, a dejar correr toda mi creatividad y mi imaginación, a ponerme pañuelos de forma increíble con broches y collares, y aprendí a valorar la generosidad”, asegura. Y añade: “Y le perdí el miedo a la muerte. He entendido que estar aquí es un regalo, que la vida es de cada uno, es un don y un regalo maravilloso”.

En la adquisición de esta actitud positiva también influyó la relación que adquirió con el equipo médico que la recibió y acompañó durante su proceso. “Yo siempre digo que el 30% de la recuperación es de quien te rodea y no puede haber mejor equipo que el de La Princesa. Siendo realista, siendo cercana, tratándolo de forma natural y estando siempre”, agradece Marta. Y subraya que, para tratar a pacientes oncológicos, no vale cualquier profesional. “Tiene que ser una persona que te vea dentro de ti, que vea a la persona y te acompañe en este caminar de forma natural”, asegura.

Ha sido con este equipo con quienes ha recorrido los 115 kilómetros que separan Sarriá de Santiago de Compostela. “Tras el durísimo trabajo realizado por el equipo humano-médico durante un año, el Camino nos ha permitido celebrar el maravilloso resultado”. Esos cinco días también han sido una oportunidad única para compartir experiencias, vivencias y sensaciones con personas que han vivido un proceso oncológico similar. “Sentí que no tenía que medir mis palabras ni sentimientos porque me entendían al 1000%. De repente, te ríes de situaciones que aparentemente son tristes y te ríes hasta llorar y que te duela el estómago. Y esas compañeras se convierten en amigas”, reconoce.

A Marta, participar en el proyecto “El Camino de tu Vida” le ha brindado la oportunidad de seguir recibiendo lecciones de vida: “El mayor aprendizaje ha sido el quererme y priorizarme realmente, haciéndome hueco en mi lista de personas indispensables. También ha reforzado la humildad y ser más que consciente de lo afortunada que soy al tener contacto con personas increíbles que me aportan muchísimo y con quienes, el cáncer, es lo menos en común que tenemos”.

El necesario equilibrio entre sacrificio y salud

Hasta la fecha, casi un centenar de mujeres afectadas por cáncer de mama han aceptado este reto como una prueba de superación física y emocional, asimilable a su proceso patológico. La selección de peregrinas se realiza desde el Servicio de Oncología del Hospital. “Normalmente, invitamos a mujeres que han finalizado los tratamientos de quimio y radioterapia y han pasado un tiempo razonable para su recuperación física. La condición es que sean capaces de caminar y, a priori, puedan realizar el camino en su totalidad”, explica la oncóloga. Y añade: “La segunda condición es que se trate de mujeres a las que no les importe compartir su experiencia, hablar de la enfermedad y visibilizarla”.

Entre los peregrinos de esta particular aventura se encuentran especialistas en Oncología Médica y Anatomía Patológica, personal de enfermería o técnicos en cuidados auxiliares de enfermería que atenderá cualquier evento relacionado con la salud de las participantes. “El acompañamiento y la ayuda del personal del centro en este Camino, se convierte para las pacientes en un apoyo indispensable, lleno de momentos y encuentros emocionantes en un entorno de naturaleza, que sin duda fortalece más si cabe, la relación de confianza ya existente”, reconoce Anabel Ballesteros.

Este equipo se ocupará de propiciarles los cuidados que precisen, con especial atención a los pies. “Por ediciones anteriores, sabemos que el cuidado de los pies debe ser máximo. Así, nos anticipamos con cuidados previos al viaje y durante el camino dos enfermeros se encargan de las curas necesarias”, indica. Otros problemas que pueden aparecer durante la travesía son los habituales este tipo de actividad, como son el cansancio y las agujetas. Con respecto a este último contratiempo, la oncóloga explica: “Para evitar las temidas agujetas, realizamos calentamientos antes de cada etapa y una sesión de estiramientos al finalizar conducidos por un fisioterapeuta”. Además, para resolver posibles eventualidades, el equipo del hospital se reparte entre la cabeza y la cola del grupo. “Y llevamos con nosotros medicación para tratamientos urgentes”, asegura.