Al salir a la calle, los perales de flor (Pyrus calleryana ‘Chanticleer’) ya muestran en sus hojas un ligero color distinto. En la noche desciende la temperatura, y las plantas que están en el exterior se sienten en la recta final antes del invierno. Se aprestan a rellenar sus despensas con las ganancias del año, y los glúcidos de reserva —como el almidón— se acumulan en sus órganos. Para algunas plantas esos órganos serán estructuras bajo la tierra, como las raíces o los tubérculos. Para los vegetales leñosos como los árboles o los arbustos, la alacena será su propia leña: en los cuellos de rama o la albura de sus troncos. Así, hoja tras hoja, retiran todos sus nutrientes móviles antes de dejarlas caer al suelo, en la magia anual que genera su vuelo colorido.
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