Ni las condiciones del viento ni las del contexto han sido las más favorables para Don Juan Carlos, que apura sus últimas horas en Sanxenxo antes de regresar a Abu Dabi. Sin embargo, ha conseguido mantener la mente aparentemente en calma gracias a una de las personas que mayor equilibrio emocional le aportan: su hija, la Infanta Elena.
El viernes, 4 de octubre, padre e hija disfrutaron de las regatas en compañía de Laurence Debray, una mujer que se ha convertido en pieza fundamental para el Rey en esta etapa convulsa. Es, además de amiga, su biógrafa y, por tanto, confidente. Los últimos acontecimientos le habrán obligado a reescribir el guion, pero sus rostros han transmitido absoluta tranquilidad durante unas jornadas en las que ha primado el disfrute deportivo y gastronómico, y, por supuesto, el valor de la amistad.
Y a eso dedicaron el día de ayer. El Rey llegó a un conocido restaurante en esta localidad gallega en compañía de su hija Elena y el matrimonio formado por Pedro Campos y Cristina Franze.. Don Juan Carlos saludó cariñosamente a los periodistas al bajar del vehículo y bromeó con el tiempo: «Ayer bien, pero hoy un día fatal». Y es que la llegada de una nueva borrasca a la costa gallega provocó que Sanxenxo amaneciese con lluvia y fuertes rachas de viento que obligaron a suspender la última prueba del Trofeo Xacobeo. La Infanta estuvo también a su lado en la cena de clausura en la que se entregaron los galardones a los vencedores.
Esta magnífica sintonía entre Don Juan Carlos y su hija mayor no es, desde luego, nueva. Se dice que Doña Elena es la más Borbón de los Borbones y la más parecida a su padre en cuanto a personalidad y aficiones. A los dos les gustan los toros, la vela, los caballos, el campo y la gastronomía. Y en los eventos deportivos celebran los triunfos con gran espontaneidad. Buen ejemplo son los torneos de tenis protagonizados por Rafa Nadal. Es verdad que Elena tiene un carácter fuerte que no esconde si encuentra motivo para ello, pero se gana el cariño de la gente con esa cualidad campechana que tantas veces se ha atribuido también a su padre.
Durante años ocupó el segundo lugar en la línea de sucesión y hoy ostenta el tercero, después de sus sobrinas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Cumple con dedicación su posición, pero sin descuidar ese cariño al Rey que también demuestran sus hijos, Froilán y Victoria.
