Dos mujeres se disputan el futuro de México

Dos mujeres se disputan el futuro de México

Este domingo empieza el futuro de México. Y el futuro tiene nombre de mujer. Los mexicanos están convocados a las urnas para escoger entre Claudia Sheinbaum, candidata del oficialista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) –junto a sus aliados Partido Verde y Partido del Trabajo– y Xóchitl Gálvez, la cara del frente común Fuerza y Corazón, que aglutina a la oposición en la coalición PRI-PAN-PRD. Una de estas dos mujeres será la primera presidenta de México.

Unas elecciones históricas que se presentan no tanto como un duelo entre los programas de dos aspirantes, sino como un plebiscito a favor o en contra de la figura de Andrés Manuel López Obrador, que no puede presentarse a la reelección, y su proyecto de renovación para México. Esta cita, tras una larga cuenta atrás de 90 días de campaña electoral, se proyecta como un voto de confianza a AMLO.

Sheinbaum, doctora en Ingeniería Energética y exjefa de Gobierno de la Ciudad de México, llega al «día D» como la candidata favorita para ganar estos comicios. Su principal atractivo, ser la opción designada por López Obrador y la señalada para llevar a México al segundo piso de la Cuarta Transformación, el autoproclamado proyecto de AMLO para transformar política, social y económicamente a México.

Las bases de Morena confían en que Sheinbaum perpetuará algunas de las medidas más populares de AMLO como son las ayudas sociales en efectivo. Es posible que Claudia no tenga el carisma de su líder, pero todos esperan que siga teniendo su talonario. «AMLO no entregará buenas cuentas en muchos ámbitos, y cuesta trabajo encontrar métricas de las que se pueda presumir, más allá del aumento del salario mínimo y la disminución de la pobreza por ingresos», relata Denise Dresser, autora del libro «¿Qué sigue?».

Xóchitl Gálvez es la candidata coyuntural de una oposición fragmentada, debilitada y desdibujada. Sin afiliación a ningún partido, ha sido senadora durante los últimos años junto con el conservador Partido de Acción Nacional (PAN). A esta bizarra coalición se suman los socialistas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Revolucionario Democrático (PRD), una corriente de la izquierda progresista. Es como si en España se unieran el PP, el PSOE y Sumar contra un adversario común. Una unión sin mucha lógica más que sacar a Morena de las instituciones.

En el último sondeo previo a la cita con las urnas, la coalición oficialista Sigamos Haciendo Historia lidera las preferencias con un 51%, lo que significa una caída con respecto a la medición de abril, que fue de 55%. La coalición encabezada por Sheinbaum arrastra una tendencia negativa desde marzo pasado, cuando comenzaron las campañas. Gálvez, su principal rival, le sigue con el 39% de las preferencias de voto en la medición de mayo.

De ganar las elecciones, poco se sabe de lo que hará si llega a la presidencia. Su principal atractivo es su historia personal, una niña que creció en el seno de una familia trabajadora, con escasos recursos y abriéndose camino en la sociedad a base de trabajo y esfuerzo. Una historia que conecta con muchos mexicanos.

Las candidatas se han visto en tres debates electorales. Más que intercambios de propuestas y proyectos, estos encuentros, a los que también se sumó el tercer candidato a la presidencia, Jorge Álvarez Maynez (Movimiento Ciudadano), han sido un festival de gestos, guiños, provocaciones e insultos. Gálvez tildó de «narcocandidata» a Sheinbaum en referencia al aumento de la violencia y la estrategia blanda de «abrazos y no balazos» contra el crimen organizado. «Dice el INE [Instituto Nacional Electoral] que no le puedo llamar narcocandidata a la narcocandidata. Me han instruido a bajar estas publicaciones de mis redes sociales. Lo bueno es que los mexicanos ya saben la verdad», anunciaba Gálvez a sus seguidores.

El último insulto de Xóchitl a Claudia en campaña fue llamarla «copiona». El equipo de Gálvez se percató de que la candidata de Morena empezó a usar prendas de vestir con motivos o bordados tradicionales mexicanos, mientras que Xóchitl ha hecho toda la campaña en huipiles, las populares túnicas mexicanas. La candidata de la oposición también la acusó de «copiona» por fotografiarse con [[LINK:TAG|||tag|||6322f7831e757a32c790b56e|||el Papa Francisco]] (sin ser católica) después de que ella misma hubiese compartido una imagen del Santo Padre. Por último, «copiona» por cerrar su campaña en el Zócalo de la Ciudad de México días después de que la opositora lo hubiese llenado con su marea rosa.

«¿Con qué criterio vamos a ir a votar?», se pregunta el politólogo y profesor de la Universidad de Nacional Autónoma de México (UNAM) Javier Oliva Posada. Ante la falta de planes o proyectos concretos es donde entra la movilización del voto, que es llevar a los ciudadanos a votar a base de incentivos, pero sin propuestas específicas. «Esto habla del subdesarrollo cívico de nuestra sociedad», añade Oliva Posada.

Los esfuerzos de la oposición están en conseguir una alta participación. Grandes empresas como Cinépolis o Starbucks con presencia en todo el territorio junto con muchas otras locales van a incentivar el voto regalando entradas de cine o cafés gratis a cada elector que muestre su huella.

A la certeza de que la próxima presidenta de México será por primera vez una mujer le acompañan muchas incógnitas. ¿Se desvinculará Sheinbaum de su líder y mentor AMLO?, ¿podrá adoptar su estilo propio de liderazgo? Si las encuestas aciertan, ¿cómo actuará la oposición? Es previsible, y en el caso de que no haya un resultado electoral claro, que se abra un período de impugnaciones. «En México es absolutamente inusual que un candidato reconozca su derrota. Se toman actitudes ridículas. Una hora después del cierre de las casillas [sedes de votación] todos los candidatos salen a decir que ganaron y eso no genera más que tensión, actitudes ofensivas, hasta golpes. El electorado mexicano no estamos acostumbrados a reconocer la derrota como una circunstancia y no como una condición de vida», concluye Oliva Posada.