Dos noches con Metallica en Madrid: Canciones de rabia, dolor, adicciones y falsos dioses

Dos noches con Metallica en Madrid: Canciones de rabia, dolor, adicciones y falsos dioses

Pocas bandas pueden presumir de plantear dos grandes espectáculos diferentes con su repertorio y que la cosa no decaiga. Pues ese es el reto que se han autoimpuesto Metallica que, durante las noches del 12 y el 14 de julio, llenarán el Civitas Metropolitano, tal y como han anunciado, sin repetir ninguno de sus temas y con telonero distinto. No son pocos los seguidores de la banda de Los Ángeles que repetirán ambas noches para zambullirse al completo en la discografía de la banda de James Hetfield, una carrera de 11 discos que arrancó en el imprescindible “Kill’Em All” (1983) y que, con altibajos, ha seguido en el siglo XXI, cuando han publicado “72 Reasons” (2023), su último trabajo y la razón de esta gira. La discografía de Metallica, preñada de alienación, rabia y locura, está llena de referencias a la vida de Hetfield y a la realidad social, como cuenta William Irwin en “El sentido de Metallica” (Libros Cúpula).

Una de las primeras facetas sorprendentes de la obra de Hetfield es su acento en temas religiosos. Las referencias a la fe, las plagas o incluso la zarza de fuego son explícitas en la temática de las canciones. Hetfield fue educado en la Iglesia de la ciencia cristiana, una confesión que rechaza la medicina moderna. El padre del cantante y compositor era particularmente estricto, pero, pese a sus rígidas ideas, abandonó a la familia cuando él tenía solo 13 años. Su madre falleció solo tres años después, tras rechazar los tratamientos médicos convencionales contra el cáncer que padecía. La Iglesia se había acabado para James, pero los conocimientos sobre la Biblia se iban a quedar para siempre. A diferencia de otros grupos de heavy, que adoptan actitudes satánicas para escandalizar y burlarse, Hetfield tomó los mitos bíblicos como material literario. En “Creeping Death”, por ejemplo, Hetfield se pregunta sobre la justicia y la racionalidad de Dios después de hacer un recorrido por la historia del pueblo hebreo, llegando tan lejos como hasta las tierras de Egipto. En “Leeper Messiah” (“Jesús leproso”), Hetfield carga contra los telepredicadores y los falsos profetas que tratan de aprovecharse de la gente humilde. Para él, son el epítome de la codicia y la hipocresía, una especie de “salvación de pago” que se basa en la credulidad de la gente, algo con lo que Hetfield es crítico, pues considera que son creyentes “cómodos”. En “The God That Failed”, por ejemplo, Hetfield critica a los falsos dioses por medio de una parábola de Lucas (18:9), mientras que en otras ocasiones cita El Evangelio de Juan (1:1). El cantante nunca llegó a reconciliarse por completo con la religión, aunque en la memorable “Until It Sleeps”, inspirada por la muerte de su padre de cáncer en 1996, cuando se habían reconciliado brevemente. Un verso de aquella canción, advierte: “os nubla todo lo que conoceréis” después de que él también rechazase el tratamiento mediante medicamentos. En “Dyers Eve”, es contundente: “Querida madre / querido padre / Qué es este infierno por el que me has hecho pasar / Creyente / Impostor”. Sin embargo, como recoge Irwin, “desde su recuperación del alcoholismo hasta el momentó de su recaída en 2019, Hetfield parece haber abrazado un poder superior. De hecho, algunos de sus tatuajes, incluida la cruz en el pecho, parecen sugerir que ha abrazado alguna forma de cristianismo”, algo que podría haber sido de ayuda en su recuperación de la adicción al alcohol.

Así llegamos a otro de sus temas predilectos: las toxicomanías. Ambos asuntos estarían conectados por uno de sus conceptos favoritos como escritor de canciones: el autoengaño. “Master Of Puppets” retrata la condición de adicto como alguien “fuera de control, en una espiral hacia la muerte”, pero, también, como alguien que se ha convertido el peón de otro. “Cegado por mí, no puedes ver nada”, dice en ese tema, un verso que podría hacer referencia por igual a una idea instalada en la cabeza por un falso predicador o por una sustancia que anula las capacidades. Hetfield sabe de los que habla, ya que, como recuerda Irwin, “escribió aquel disco cuando era un alcohólico en toda regla. Pasarían 15 años hasta que admitiera su problema y decidiera dejarlo, pero era esclavo de una adicción no menos peligrosa que el resto de drogas”. “Motorbreaht”, de hecho, trata sobre el mal aliento de los consumidores de “speed”, una droga a la que la banda estaba entregada en aquellos tiempos, aunque no haya constancia de que su líder y vocalista tuviera problemas con eso. El disco, con aquella icónica portada del cementerio, es de todo menos optimista y, de hecho, el tema que le da título hace una referencia a la Pasión, el sufrimiento de Jesús hasta su muerte en la Cruz, una especie de admonición sobre el martirio que suponen las adicciones. La discografía de Metallica está llena de referencias al alcohol, como en “The House That Jack Built”, en la que alude a al whisky Jack Daniels o también a “jacking up”, término en argot para inyectarse heroína. En “Frantic”, reconoce: “Mi estilo de vida determina mi estilo de muerte”. Las referencias son incontables y van más allá, hasta la fase de la recuperación y la recaída: en “Cure” habla de ese proceso, el que le llevó a la abstinencia antes de “St. Anger” pero que fracasó en 2019, tras 15 años, cuando tuvo que cancelar una gira por Australia debido a sus problemas de autocontrol… o de autoengaño.

Otros de los temas más persistentes en la escritura de Hetfield son la locura, la alienación, la muerte (asunto universal para cualquier escritor) así como el aislamiento emocional. Hetfield ha padecido procesos depresivos como queda muy bien plasmado en «Nothing Else Matters» y «The Unforgiven II», en las que el amor romántico juega un papel sanador, pero no completamente, de sus problemas para perdonarse a sí mismo y para encajar en la sociedad como un miembro «funcional». Sin embargo, el ecosistema no estaría completo sin hablar de otro de los temas predilectos de Hetfield, la guerra, marcada por su firme posición antibelicista. De ello dejan constancia en multitud de canciones como «One», «Disposable Heroes», «Fight Fire With Fire» y «Blackened», entre otras. Por eso, resultó desconcertante que, cuando en el conocido como «Black Album» apareció e incluyó un tema titulado «Don’t Tread on Me», Metallica fueran señalados por apoyar la guerra de Irak que se inició en ese mismo año. Por confusiones del destino, además, tomaron la inspiración de la llamada bandera Culpeper, que presenta ese lema bajo una serpiente de cascabel, insignia que llegó a ser utilizada por la izquierda en los años 70, pero que ha sido utilizada para identificar a la derecha radical alternativa surgida ya en este siglo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Ni la banda apoyó la invasión (el tema estaba acabado antes aunque se publicase después de la guerra) ni defiende una idea insolidaria de la libertad, sino que fue una manera de reivindicar al pueblo estadounidense. Todas estas canciones y muchas más serán parte del paisaje, sin duda oscuro, que, durante dos noches, Hetfield y los suyos pinten en el Estadio Metropolitano de Madrid

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