Dramática cornada de Fonseca en la espalda y cogida paralizante de Espada en Las Ventas

Dramática cornada de Fonseca en la espalda y cogida paralizante de Espada en Las Ventas

Sin pensarlo. Sin cuestionarlo. Sin caer en las consecuencias. O tal vez sí. Quién sabe lo que tiene en la cabeza un torero. La cosa es que Juan Leal se fue a la puerta de chiqueros nada más comenzar el festejo. Con el miedo metido en los huesos. Uno de Pedraza de Yeltes esperaba después. Ahí a la vuelta. En segundos podía cambiar todo. El toro, colorado de capa, salió despistado, pero hizo caso a la tela de Leal y la larga fue limpia. Debió respirar el torero y respiramos todos. El toro tuvo nobleza, repetición y con ese punto de salir desentendido. Juan comenzó de rodillas y después dejó una faena intermitente, de más voluntad que acierto.

Se desmonteró Marc Leal en el cuarto antes de que Juan prologara su labor en el centro con un pase cambiado por la espalda. El toro fue a tal velocidad que, a pesar de que obedeció al toque, se lo llevó por delante con los cuartos traseros. Y ya de rodillas siguió el torero. Con Leal no ganamos para sustos. El toro era complicado, aparatoso de cara y sabiendo lo que dejaba atrás. Si a eso sumamos que Juan era su matador no nos esperó demasiada paz por delante. Estuvimos en vilo durante toda la (larga) faena. Anduvo seguro con la espada.

Espada

Y se tuvo que hacer con otro más, porque el quinto desmadejó, en su literalidad a Francisco José Espada. Comenzaba la faena, por poco lo echó mano, pero lo hizo presa de manera horrible la manera de caer. Espada quedó inerte en el ruedo. No iba herido, pero sí inconsciente. Momentos muy desagradables. Juan Leal salió a torearlo, a pesar de que hubo un momento de confusión en el que se pensó que saldría. Sustazo gordo.

En su anterior toro, había visto cómo el titular se había lastimado y salió un sobrero de Chamaco, cerca de cumplir los seis años y con hechuras imposible. Que «Fantasmón» embistiera rozaba el milagro. Iba y venía después el toro en la muleta de Espada, una muleta firme, sincera que multiplicó las bondades del toro, las exprimió e hizo más de lo que podía con lo que tenía delante.

El espectáculo en el tercero lo puso la cuadrilla de Fonseca: Ruiz, Juan Carlos Rey y Tito. No quería Isaac que la cosa quedara ahí y comenzó de rodillas en el centro. Nobleza apuntó el toro ya en el comienzo de muleta, aunque lo bueno vino después. Le costó a Fonseca cogerle el pulso en los primeros compases parar ligarlo. Lo mejor llegó al natural y de uno en uno. Fue cuando Madrid entró en la faena y el estoconazo, muy derecho y arriba, hizo el resto para pasear la primera oreja de la tarde (y casi, exageraciones aparte, de la feria).

Brindó a la enfermería el sexto. El de Torrestrella iba descontrolado y sabiendo lo que dejaba atrás. Lo tuvo tan claro, que no perdonó a Isaac Fonseca, que tenía la Puerta Grande a medio abrir y el amor propio íntegro. Lo cogió feo. Horrible. Tremendo. Así era la altura del toro y metió el pitón por la chaquetilla y, por lo que pudimos ver desde el tendido, metió el pitón por la espalda. Es por estas cosas, entre otras muchas, por las que la distancia física y emocional con el ruedo es insalvable. Héroes. De carne y hueso.

Ficha del festejo

Las Ventas (Madrid). Se lidiaron toros de la ganadería de Pedraza de Yeltes y el 6º, de Torrestrella. El 1º, noble y desentendido; sobrero 2º de Chamaco, noblón y soso; 3º, noble y con ritmo; 4º y 5º y 6º, complicados. Dos tercios.

Juan Leal, de rosa y oro, estocada corta (silencio); estocada, descabello (silencio); pinchazo hondo, estocada (silencio); dos pinchazos, estocada (silencio).

Francisco José Espada, de de rosa palo y oro, pinchazo, estocada, aviso (silencio); cogido.

Isaac Fonseca, de verde y oro, buena estocada (oreja); herido.