Economía de lo vivido

Economía de lo vivido

Una reforma estructural mínima (algo de tabiquería para unificar una casa que, como todas las que ya tienen más de un siglo, estaba compartimentada de más) y una labor esencialmente de reestructuración y ordenación de espacios. Así fue el proyecto que David Moya y Juan Martínez (Alquián) pensaron para los actuales inquilinos de este piso, una familia formada por Julia Torrijos, paisajista, y Xavier Salcedo, diseñador gráfico, junto a sus hijos, Nicolás y Elías, y el perro Taco. La intervención se centró en recuperar suelos hidráulicos y algunas piezas, como la magnífica puerta de vidrio y plomo, abrir la casa a la luz y, sobre todo, conservar las cicatrices de la vivienda: “Esta casa tuvo una primera reforma en los años treinta-cuarenta y luego otra en los sesenta-setenta. Queríamos que se vieran esas etapas”. Aunque el verdadero reto fue que la mano del interiorista se viera lo menos posible. “Ellos querían incorporar el espíritu de su antigua casa, que también habíamos hecho nosotros, conservando sus muebles, sus enseres… Así que la dificultad ha sido encajarlo todo y distribuirlo con sentido”, dicen los interioristas. Para ello, optaron por hacer un lienzo lo más desnudo posible: blanco, madera y suelos hidráulicos para una casa muy viva. “Aquí todo está vivido si no es por ellos, por alguien. ¡Para un mueble de Ikea que hay [en la cocina] es de segunda mano!”, dice Moya.