El coñazo

El coñazo

Visto lo visto, yo no sé si nos ha salido a cuenta ganar la Eurocopa. En este país tan sumamente sobreexcitado, más nos valdría tratar de vivir en una tisana, sedados, para evitar someternos a cualquier prueba que ofrezca una fotografía aproximada de lo que somos o decimos ser. Que no somos uno, está clarísimo. Ni una sola vez hemos tenido una definición unívoca porque es imposible ponernos de acuerdo. Pero es que llegan estas ocasiones señalaítas, y oigan, ni gracias a un alegrón colectivo, podemos estar un poquito tranquilos.

La misma definición del grupo ya fue tela marinera. Que si la convocatoria de dos jugadores con otros colores de piel diferentes evidenciaba que era la selección más diversa del mundo. Que si luchaban así contra el racismo, contra la islamofobia. Que así, la España plurinacional, notaría que estaba más unida que nunca. Que estábamos dando una imagen al mundo de un país moderno, progre, avanzado, repleto de muchachos sanos e intelectualmente formados. Siento decirles que no. Que en absoluto. Que ahí, en esa convocatoria del seleccionador, se juntan españoles, cada uno de su padre y de su madre. Que tratan de ganar los partidos, sin más ganas de trascender al mundo ni de llevar un mensaje al planeta. Que son bienintencionados, y ricos, pero sobre todo son jóvenes de fiesta y que, por lo tanto, pueden acabar equivocándose mucho en la celebración. Pueden estar desubicados, ser maleducados, torpes. Puede que se hayan torpedeado a sí mismos con lo dicho y hecho y puede que hasta Morata y Rodri acaben sancionados por la UEFA por cantar «Gibraltar es español». Que, por cierto, siendo el rival Inglaterra, no sé tampoco si alguien pensaba que era evitable. Así que, de pronto, son todos unos fachas orquestados para faltarle al respeto a Pedro Sánchez y han dado vergüenza. Debe ser que, lo que ven entre los políticos, son maneras versallescas y, debe ser también, que llevaban una misión que se nos escapa, más allá de hacer lo suyo que era ganar los partidos. Faltarle a Sánchez es propio de niños ricos cansados, no de enemigos de la democracia. Es todo tan coñazo que España es un coñazo grandísimo. Hasta ganando.

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