El concierto fiscal cuántico de Montero y el gato vivo y muerto

El concierto fiscal cuántico de Montero y el gato vivo y muerto

Erwin Schrödinger (1887-1961), austríaco de nacimiento y premio Nobel de Física, en conversaciones y discusiones científicas con Albert Einstein (1879-1961), ideó un experimento mental, con un gato que lleva su nombre, para explicar o hacer más comprensible –hasta donde sea posible– ciertos aspectos de la física cuántica. El físico austríaco proponía encerrar un gato vivo en una caja hermética, que no se podría abrir nunca. En el interior habría un mecanismo que si el gato lo activaba liberaba una partícula de gas que mataría al felino. Al estar la caja cerrada y no poderse abrir tampoco se puede comprobar si el gato está vivo o muerto. Eso, desde la óptica de la física cuántica, significa que el gato podría estar vivo y muerto al mismo tiempo. «No lo sabemos, no, y no lo sabremos ni lo sabremos nunca». Así comenzaba «la saga/fuga de J.B.», la gran novela de realismo mágico gallego» y que también tendría algo de cuántica de Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999), en la que todo un pueblo, Castroforte del Baralla levita –y deja un enorme agujero en el suelo– cuando sus habitantes «se cabreaban».

No sabemos en qué pensaba María Jesús Montero, «vice» y ministra de Hacienda, cuando dijo en Rota que el acuerdo con los «indepes» de ERC no era un «concierto fiscal» y que la fórmula pactada –que permite a Salvador Illa presidir la Generalitat– «tiene como núcleo la solidaridad». Nadie, excepto Pedro Sánchez y su entorno más duro, admite eso y todos los expertos que se han pronunciado –algunos callan con la excusa de agosto– coinciden en que es insolidario. Incluso el socialista Borrell insiste en que es «un concierto». Montero tiene un papelón, porque, y más en Andalucía, es muy difícil explicar las bondades del acuerdo para el conjunto de los ciudadanos. A los «indepes», por muy de izquierdas que presuman ser, no les importa la solidaridad con el resto de España ni su gobernabilidad. Los portavoces de ERC, no sin algo de teatro forzado, enseguida respondieron a las palabras de Montero que «o concierto –se llame como se llame– o no habrá acuerdo para los Presupuestos, ni para nada», ni con el Gobierno de Sánchez, ni con el de Illa. Algo menos claro está si, después de pensarlo, les vale la versión cuántica del concierto fiscal alumbrada por Montero y que sería algo así como que, al mismo tiempo, habría concierto fiscal en Cataluña y no lo habría. El problema es que, en este caso, alguien abriría la caja para comprobar si el gato está vivo o muerto, porque no es un experimento mental como el de Schrödinger.

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