El Congreso colombiano falla y decide: adiós a la tauromaquia en el país

El Congreso colombiano falla y decide: adiós a la tauromaquia en el país

Un manto de luto cultural se cierne sobre Colombia tras la aprobación de la ley que prohíbe las corridas de toros en todo el territorio nacional. La decisión, tomada por la Cámara de Representantes con 82 votos a favor, 23 en contra y 2 abstenciones, marca un día aciago para la afición taurina y para la cultura colombiana en general. Esta determinación, amparada bajo la bandera de la defensa animal, representa un ataque frontal a las libertades individuales y a la rica herencia cultural de un país que ha visto en la tauromaquia una expresión artística y social arraigada desde tiempos inmemoriales.

La ley entrará en vigencia en un plazo de tres años, tiempo durante el cual se permitirá la realización de eventos taurinos ya programados y que cuenten con las licencias correspondientes. Durante estos tres años se irá desmantelando paulatinamente la actividad taurina, buscando, supuestamente, una readaptación de los actores taurinos a otras actividades, aunque no exista un plan ni un presupuesto destinado para ello. En el primer año, una vez sancionada la ley, se podrán dar festejos y ferias taurinas según las reglas que defina el Ministerio de Cultura dentro de los dos próximos meses. Posteriormente, cada año se endurecerán aún más las restricciones hasta, en el término de esos tres años, abolirlas definitivamente.

Los defensores de la tauromaquia lamentan la pérdida de una tradición que ha formado parte de la identidad nacional durante siglos. Argumentan que las corridas de toros no solo son un espectáculo, sino una forma de arte que exige destreza, valor y conocimiento por parte del torero, así como una profunda conexión entre el hombre y el animal. Consideran que la prohibición de la tauromaquia no solo es una pérdida irreparable para el patrimonio cultural del país, sino también un golpe a la economía de muchas familias que dependen de esta actividad.

La tauromaquia genera empleo, impulsa el turismo y contribuye al desarrollo de numerosas industrias relacionadas, como la ganadería, la artesanía y la gastronomía. Más allá de su valor económico y cultural, la tauromaquia es una expresión de la libertad individual. Los aficionados a los toros tienen derecho a disfrutar de este espectáculo sin ser coaccionados por una visión moral impuesta por una minoría. La decisión del Congreso colombiano ignora la diversidad de opiniones que existe en el país sobre la tauromaquia. Muchos colombianos, a pesar de no ser aficionados a los toros, respetan esta tradición y reconocen su valor cultural.

La prohibición de la tauromaquia no solo es una derrota para la afición taurina, sino también para la democracia y la pluralidad en Colombia. Se ha impuesto una visión única sobre un tema complejo, silenciando las voces de aquellos que defienden la libertad y la tradición. Es posible que la tradición encuentre formas de sobrevivir de manera informal, pero lo que es seguro es que la cultura colombiana ha perdido una parte importante de su identidad con la aprobación de esta ley. Es un día de luto para la tauromaquia, pero también para la libertad y la diversidad en Colombia.