El CSI de las carreteras

El CSI de las carreteras

Unos agentes cortan una carretera comarcal. Han dejado los vehículos oficiales fuera de la vía para que no molesten. Despliegan sus cámaras de fotografía y de vídeo. También se ayudan de modernos sistemas de medición. Lo tienen todo preparado para reproducir un accidente a la misma hora y con las mismas circunstancias en que se produjo, con el sol a la misma altura, sin viento y sin lluvia que reduzca la visibilidad. Han pasado varias semanas, pero se aseguran de que no falte el más mínimo elemento, tras controlar todas las variables. En el momento justo, empiezan a grabar, a medir y a reproducir el siniestro en tiempo real. La imagen parece sacada de una película, pero es la actividad habitual que realizan los especialistas de investigación de accidentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Son agentes formados en ver detalles que pasarían inadvertidos para el resto de personas, lo que les permite resolver casos extremadamente difíciles y llevar a los culpables ante un juez.

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Atención especial a los futuros conductores

Una de las labores que llevan a cabo los integrantes del Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico (GIAT) es acudir de manera ocasional a los centros de exámenes, en el caso de Madrid, en Móstoles y Alcalá de Henares. Los agentes hacen controles para detectar si los conductores que van a recuperar los puntos tras haberlos perdido acuden al recinto conduciendo su propio vehículo. Y, aunque parezca mentira, ocurre más a menudo de lo que parece, con lo cual son detenidos por conducir sin tener el carné vigente.

Otra modalidad habitual son las falsificaciones del carné de identidad, cada vez más profesionales y más difíciles de detectar. Esto permite que una misma persona acuda a examinarse suplantando a otra, con el consiguiente riesgo para la seguridad vial. Un carné falsificado puede costar hasta 1.000 euros. Los guardias del GIAT han detectado también que, en personas extranjeras con cierto parecido, han entrado en la sala del examen para examinarse. “Suele darse en extranjeros porque no entienden el idioma y les resulta difícil aprobar el teórico. Son detenidos por falsificación documental”, explica el teniente Martín Hervás López.

Los que se llevan la palma son los que entran al examen con pinganillo —auriculares— y cámaras. A través de estos dispositivos, una persona fuera les va diciendo cuáles son las respuestas correctas para aprobar así el examen. Lo que no saben es que, entre esas personas que se están examinando, están los agentes del GIAT de paisano, que les detectan y les sacan de la prueba. En un armario del grupo tienen una caja llena de dispositivos incautados a los infractores. Tendrán que pasar al menos seis meses hasta que puedan volver a presentarse.

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