Leo: «La OCU registra la casa del empresario Juan Carlos Barrabés por el caso Begoña Gómez. Los agentes buscaron documentación en papel y digital como parte de una pieza separada secreta». El titular me ha recordado algo que leí sobre los documentos ultrasecretos que Trump se llevó a su casa de vacaciones y que los agentes del FBI encontraron en el baño. No se sabe si los tenía allí para utilizarlos como papel higiénico: sería muy temerario, pues según cuentan los expertos, utilizar papeles ultrasecretos para tal fin pueden producir graves tipos de hemorroides, fistulas sangrantes e incluso cáncer de colon, por su alta toxicidad. Según las pesquisas del FBI, «varios miembros de su gabinete fueron acusados de comerse y tirar por el retrete muchos documentos secretos». Ahí tienen pupilos como Dios manda. Dudas: ¿Los papeles ultrasecretos producen estreñimiento o son laxantes? ¿Saben a plato deconstruido de Dabiz Muñoz?
No se sabe, pero el Apolo de la Moncloa aprendió del «affaire»: cuentan las malas lenguas que ha encargado a Bolaños que los miembros del gabinete presidencial, los 100.000 asesores y los fontaneros de la Máquina del Fango, dediquen todas las mañanas un ratito a comer papeles secretos como si fueran porras mojadas en café con leche. A la par, ha ordenado crear el departamento «Negar o eludir el pasado» para que todos los ministros aprendan a reaccionar cuando les pregunten por declaraciones pasadas pero aún vivas en las hemerotecas. En los consejos de ministros repite su mantra: «A ver, todos conmigo: “¡no saquen mis frases de contexto!”». Eso hay que contestar con firmeza, o salir por peteneras, como cuando Marisú dice: no sé si lo de Cataluña es concierto, recital o gala, que cada uno lo llame como quiera. El nuevo departamento será un anexo de la «Escuela de Cambios de Opinión», de la que Él es catedrático.
