El diario de Amilibia: El Apolo y la invasión total

El diario de Amilibia: El Apolo y la invasión total

Decía Woody Allen que cada vez que escuchaba a Wagner le entraban ganas de invadir Polonia. El Apolo de la Moncloa pasa de Wagner, le basta con escuchar a «The Killers» para seguir invadiendo sin parar pese a las quejas inútiles de Feijóo: «Con nosotros que no cuente en esta invasión del Banco de España. No se puede ser ministro por la mañana (Escrivá) y gobernador por la tarde (Escrivá)». Las quejas del PP suenan angelicales. Como cuando Pedro Rollán, presidente del Senado, dice en modo Bambi, querubín o serafín: «Apelo a que el TC deje a un lado cualquier inclinación política». Alcanzarán el cielo, pero el poder terrenal está muy caro: sin socios, no hay victoria electoral que valga. Dicen los peperos: «Nosotros no participamos en la ocupación de organismos independientes. Estamos para regenerar el sanchismo».

Buena idea: ¿organizando misiones en la calle Ferraz, cantando «Venid y vamos todos con flores a María…» y rezando en voz alta los cuatro misterios del rosario? Al PP solo le falta peregrinar a Fátima. Nada nuevo en la invasión del Banco de España: Él invadió antes el CIS, el TC, la Fiscalía General, la agencia EFE, RTVE…

En los 70 se estrenó la película «La invasión de los ultracuerpos», en la que microorganismos extraterrestres invadían los cuerpos humanos. No digo que el Apolo de la Moncloa sea un microorganismo extraterrestre, aunque podría, pero nadie dudará que el suyo es un ultracuerpo, un cuerpo ultra para invadir sin freno instituciones como Escassi señoras y todo lo que se mueve. Dice: «Vamos a agravar fiscalmente a quienes ya tienen en el banco suficiente dinero para vivir cien vidas».

Sueña con invadir a los ricos, y se va China, donde están los ricos más ricos del mundo, para ver cómo trata Xi Jinping a los suyos.

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