Con la visita de Javier Milei a España y con su discurso mitinero, a Él le han venido a ver Dios y la Virgen del Perpetuo Socorro para que continúe con su efectivo Plan de Victimización y la exaltación perenne de la Virgen de Begoña o de la Inmaculada, a elegir. Sabíamos que Él es todo (Amado Líder, Apolo, Romeo…), pero desconocíamos lo que en realidad representa su esposa, Begoña Gómez. Ante el ataque de Milei llamándola corrupta, monseñor Albares, ministro de Asuntos Exteriores, ha respondido que tales palabras, sin precedentes en las relaciones internacionales, suponen «un ataque frontal a nuestro democracia, a nuestras instituciones y a España». Es lo que Él le ha dicho que diga, pienso yo. Así que Ella, la Bego, es nada menos que nuestra democracia, nuestras instituciones y España. Sí, España, como si fuera la viuda de Paco Umbral.
Bienvenida sea la luz a nuestro pobre conocimiento. Me imagino que los hermeneutas de la sanchisfera con memoria democrática recordarán que esta gresca nada inocente la inició el abusón de patio de recreo, Óscar Puente, cuando insultó al presidente argentino, acusándole de ingerir sustancias extrañas, como si antes de subir a las tribunas a largar fieramente se fumara un porro o se tizara tres lingotazos de whisky o se diera a la farlopa. Si su afición fuera esta última, tío Óscar siempre podría añadir con su ingenio habitual que Milei se pasa de la raya. Todo se arreglará, pero a Él le habrá servido para distraer un buen rato a los espectadores del circo nacional, su gran objetivo. Una duda: cuando se ataca a Isabel Díaz Ayuso a través de su pareja, ¿se ataca también a la democracia, a las instituciones y a España?
Ahora solo falta que las monjas clarisas de Belorado se declaren devotas del libertario Milei.
