El diario de Amilibia: Lo que nos va una separación

El diario de Amilibia: Lo que nos va una separación

John Banville, escritor irlandés, confiesa: «Me preocupa el rebrote identitario irlandés. Debemos aspirar a ser más europeos, no un país de campesinos venidos a más». Pura utopía: los segadors y los aizkolaris siempre van a más. Y ahora incluso los leoneses. Leo: «Aval del PSOE a que León se separe de Castilla. La Diputación aprueba una moción para iniciar la formación de la 18ª autonomía». Nada más divertido en el circo nacional que las cosas de los separatas. Como dijo José Luis Garci, el problema está en que los españoles nos queremos poco. De Gaulle se preguntaba: «¿Cómo se puede gobernar un país con 246 variedades de quesos?». Y la respuesta les llega ahora en forma de Marine Le Pen.

Aquí andamos a la par en variedades de quesos y les ganamos a los franceses en idiomas oficiales, dialectos, indepes y bailes regionales. Nos va una separación tanto o más que a una pareja de famosos ansiosa por cobrar la exclusiva de su ruptura en la tele o en una revista del hígado. Los hay que viven de separarse y volverse a juntar, pero en ese mercado se pagan mucho mejor los divorcios que las reconciliaciones. Ay, la unidad. Incluso en el PP, pregonado como un dechado de filas prietas, rectas, marciales, con sus escuadras siempre en marcha hacia su destino universal, existen dos corrientes para la recuperación del español en donde fue discriminado: unos que la quieren sin rémoras ni gaitas, y otros que están por el «bilingüismo cordial» de Feijóo. Algún día tendrá que explicar el líder gallego si en verdad cree que la cordialidad es compatible con el secesionismo, y si lo cree, Ayuso tendrá que aclararle sin tardanza que los Reyes Magos son los padres.

Se rumorea que también quieren separarse la pareja de leones del Congreso, hartita de broncas.