El diario de Amilibia: Marisú, no lo expliques que es peor

El diario de Amilibia: Marisú, no lo expliques que es peor

La política consiste, mayormente, en trabajarse bien y con tino el negociado de las culpas. La oficina «De qué puedo hoy culpar a la derechona», encabezada por Bolaños, es la más activa de la Moncloa, cuentan. Ya solo falta que al PP lo acusen del cambio de carácter de Carlitos Alcaraz, que ha pasado de la sonrisa del juguetón niño feliz a romper raquetas como Rublev; del crimen del niño de Mocejón por no atender y vigilar mejor a los discapacitados mentales, y del caos ferroviario en Chamartín, pues los fallos eléctricos los provocan Ayuso y Almeida, como es sabido. Si Marisú, la vicetiple primera, la lía cuando tiene que explicar lo fácilmente explicable, imaginen la que puede armar cuando trata de explicar lo inexplicable y, de paso, sus antañonas negaciones a la soberanía fiscal de Cataluña. Cuentan que ha montado tal pollo que el Apolo de la Moncloa, angustiado por las amenazas de ERC, está a punto de suspender la gira que planea por África para observar de cerca la construcción de cayucos, a ver qué se puede aportar.

Dice Marisú que el compromiso «ni es un concierto económico para el Principado ni es una reforma al uso del sistema de financiación autonómica, sino una fórmula que permite profundizar en el autogobierno al que Cataluña aspira. Y se contempla la solidaridad como eje y núcleo». Ha rematado: «Podemos denominarlo de las formas que cada uno quiera». O sea, que puede ser federal, confederal, financiación singular, soberanía fiscal, concierto especial o cuponazo, a elegir. Siempre que ERC permita bautizar a la criatura en castellano, claro.

Cuando la liada vaya a más y Marisú se siente ahogadita ante los micrófonos, tendrá a mano la salida por peteneras al estilo Caracol: «La culpa es del PP por no apoyar la normalización de Cataluña». O así.

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