El diario de Amilibia: Me pido ser mascota de la Legión

El diario de Amilibia: Me pido ser mascota de la Legión

Soy un hombre de amigas. Un hombre es de amigas cuando ya no puede serlo de amantes. Cristina López Schlichting y mis vecinas me aconsejan con vehemencia la adopción de un perro (o perra) como mejor remedio a mi soledad, que aún no sé si es elegida o qué. Amo a los perros más que a los hombres, y que conste que no trato de imitar a Oscar Wilde, que para eso está Óscar Puente. Amo a todos los animales en general, salvo a las víboras. Amo a los canes, sí, pero si adoptara uno, temo no poder cuidarlo como es debido por los achaques que sufro y, más, por los que pueda sufrir. Si me da un patatús o me arrastran a una residencia geriátrica, el animal se quedaría huérfano, y eso me parte el alma más que una carta sentimental del Apolo de la Moncloa.

Me dicen mis amigas que en tal caso ellas cuidarían del perro. Ya veremos. Leo: «Una reciente entrevista al director general de los Derechos de los Animales, Juan Ramón Becerra, ha provocado interpretaciones sobre un posible veto a la presencia de la famosa cabra (en realidad, un chivo) de la Legión en los desfiles. La cuestión podría afectar a otras unidades con mascotas emblemáticas». Hay quien cree que, a veces, el cargo hace al hombre; quizá el apellido también. Si eres Robles, encajas en el ministerio de Defensa; si eres Cuerpo, vas bien para la pasarela de Economía, y si eres Alegría, ideal para darle fiesta y gozo al Gobierno. Si eres Becerra, estás predestinado a la defensa de los animales, aunque en tiempos bíblicos podrías haber sido Becerro de Oro para cabreo de Moisés.

Aunque no puedo ni de coña desfilar al ritmo de la Legión, me ofrezco como cabra honoraria. Predestinado: algunos opinan que soy un poco cabrito.

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