Mires donde mires, ahí está Santiago Segura promocionando su última película, «Padre no hay más que uno 4». Es un genio vendiendo todo lo que produce. Si yo tuviera dinero, lo llamaría para que impulsara mi última novela («Arrugas interiores», Almuzara) a todos los rincones de España. Segura es capaz de inventar algo hasta para aparecer en el BOE. Y sin pertenecer a partido, clan, tribu o lobby alguno de este país. Dijo una frase casi histórica: «No pertenezco a ningún partido, prefiero equivocarme solo». Parece un tipo que únicamente ha sido esclavo de las dietas de adelgazamiento y de su mitomanía, y es un lince para hacer entrevistas entretenidas sin comprometerse. Y para travestirse: puede ser un Torrente soez y pajillero y después, Blancanieves y sus siete enanitos.
Recuerdo a Paco Martínez Soria cuando me decía: «Yo no digo nunca si soy del Atleti o del Real Madrid para que no dejen de ir a verme al teatro los colchoneros o los merengues». Dani Mateo cuenta el gran consejo que le dio su jefe, Wyoming: «Ser artista es plantarse en un escenario con la cabeza erguida y decir: éste soy yo y aquí están mis huevos». Pero el presentador de «El intermedio» no puede ocultar que pone siempre sus huevos en la misma cesta roja. Segura pone sus huevos en las promociones. Ahora los críticos más prestigiosos e intelectuales dedican elogios a «In Water», del coreano Hong Sang-soo. Una peli experimental con los personajes fuera de foco. Leo: «Hong se desenfoca para centrarse en sí mismo». ¿Tomadura de pelo? No. Interpretan los hermeneutas que es la imagen más clara del Apolo de la Moncloa, capaz de desviar la luz o el foco hacia lo que haga falta con tal de quedar Él desenfocado y centrado en sí mismo, al estilo del cineasta Hong.
Santiago volverá con «Torrente, presidente». ¿Gordo o apolíneo? Da igual: yo le votaría. Al menos Torrente no querrá, creo, regenerarme.
