El Espanyol, el ascenso o la vida

El Espanyol, el ascenso o la vida

La exigencia del club y del aficionado del Espanyol hizo que el último partido de la liga regular en Cornellà, frente al Cartagena, fuera más un sepelio que una fiesta, repleto de protestas y caras largas, de insatisfacción y reproches tras dos descensos en cuatro años y un nuevo curso repleto de sinsabores y enredos deportivos. El autocar llegó al estadio envuelto en un manto de silencio, sin apoyo masivo ni jarana, aunque el ruido se dio después delante de las oficinas de la entidad, donde varios grupos de animación aparecieron con una pancarta tan diáfana como explícita en contra del propietario Chen Yansheng. “Libera al Espanyol”, se leía. Otras eran más lacónicas pero igual de censoras. “Out”, reclamaban. Es el hastío de la hinchada blanquiazul, que durante el duelo cantó eso de “directiva dimisión” o “que se vayan”, proclamas que reivindican un cambio radical en la dirección de la entidad, abocada a un playoff de ascenso frente al Sporting y, en caso de ganar, contra el vencedor del Oviedo-Eibar. De fracasar en el intento, el Espanyol disputaría por primera vez en su historia dos años consecutivos en Segunda División, una rémora nunca vista en los anteriores cinco descensos del club. Pero el guirigay del club, simbolizado por los enredos directivos y deportivos, mermado por el absentismo presidencial y evidenciados por disgustada la masa social, es morrocotudo.

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