Tras dos meses de ruido estridente de unos y silencio también elocuente de otros, llega el momento de ir dando melodía a la letra del acuerdo alcanzado entre el PSC y ERC para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat a cambio de dotar a Cataluña de un modelo de financiación singular. El Gobierno catalán ya trabaja “con discreción” para desplegar la nueva financiación, que Illa ha calificado de “ambiciosa” pero para la que ha pedido “realismo”. En otras palabras, tras la retórica, empieza la concreción de unos pactos que no recogen los términos “concierto” ni “cupo”, pero sí cuestiones muy controvertidas, como el “principio de ordinalidad”, que en la práctica significa que ninguna comunidad pueda acabar con menos recursos tributarios que otra que contribuye menos.
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