El Giro de Italia perfecto de un ciclista perfecto, Tadej Pogacar, que ya piensa en el Tour de Francia

El Giro de Italia perfecto de un ciclista perfecto, Tadej Pogacar, que ya piensa en el Tour de Francia

Giulio Pellizzari, de 20 años, reparte gominolas de Haribo entre los pinos de Roma, y una ligera brisa templada los agita. El último día del Giro, al sol, los ciclistas del futuro son niños felices, exultantes de salud y vigor, como Antonio Tiberi, de 21, ciclista romano de blanco de mejor joven. El viejo lucano Domenico Pozzovivo, de 42 años, cuerpo retorcido como el tronco de un olivo centenario de su Basilicata, casi deforme, los codos descollando, tantos huesos rotos tantas veces, se adelanta al grupo, que le anima, al llegar a los adoquines (sanpietrini) del Foro y se despide del ciclismo. Los del UAE han pintado de rosa las hombreras de sus uniformes blancos y sobre el asfalto parecen el T-Mobile de los viejos tiempos, pero no les manda un Riis iracundo o un Ullrich rubicundo, sino un Tadej Pogacar de rosa sonriente y dulce nacido en los años de los selfis y los móviles con cámara. Descubre Roma, se hace fotos y ríe. Después, a dos kilómetros de la meta, se pone al frente del tren UAE para el último sprint. Está empeñado en que gane su compañero Molano. “Si gana Molano, será un Giro de 10 sobre 10″, anuncia. Pese a la ayuda especial, el colombiano se pierde. Sobre los adoquines Tim Merlier vuelve a derrotar a Jonny Milan. Empate a tres final entre los príncipes de la volata. Y por mucho que eleve el umbral de la exigencia, nadie discutirá que el Giro ha sido de 10 y más para el esloveno. Ha sido el Giro perfecto.

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