El Gobierno alemán alcanza un acuerdo sobre el presupuesto para 2025

El Gobierno alemán alcanza un acuerdo sobre el presupuesto para 2025

Tras semanas de negociaciones, el Gobierno alemán alcanzó el viernes un acuerdo para hacer frente al déficit de 17.000 millones de euros en el presupuesto de 2025. «Se seguirán cumpliendo los requisitos de freno de la deuda de la Ley Fundamental», aseguró en la presentación el portavoz del Gobierno, Steffen Hebestreit. Básicamente, el acuerdo prevé una reasignación de fondos para la Deutsche Bahn, la empresa pública de ferrocarril. Según el Ejecutivo alemán, esto reducirá el llamado gasto global en 4.500 millones de euros hasta los 12.000 millones. En realidad, se trata de un déficit en el presupuesto, aunque Berlín da por hecho que esto disminuirá como resultado del desarrollo económico.

El Bundestag se enfrenta ahora a unas arduas deliberaciones presupuestarias, ya que el gasto adicional es significativamente mayor de lo habitual. En concreto, la Deutsche Bahn recibirá capital propio adicional por un total de 4.500 millones de euros, en sustitución de las subvenciones previstas en el anterior proyecto, lo que no tendría que afectar al freno de la deuda. Hasta ahora, se ha previsto un aumento de los fondos propios de unos 5.900 millones de euros para 2025, que la empresa alemana de ferrocarril utilizará para realizar inversiones destinadas a renovar su deteriorada red.

Se pone fin de esta forma a unas negociaciones que estuvieron a punto de truncar los planes del Ejecutivo federal y que por ende hundió más si cabe la imagen de un Gabinete que ahora, más que nunca, evidencia unas graves diferencias internas. Finalmente, el canciller Olaf Scholz, su ministro de Finanzas, Christian Lindner, y el vicecanciller Robert Habeck, llegaron a un acuerdo y el borrador pasará ahora al Bundestag donde los parlamentarios tendrán que trabajar en un documento, que suma más de mil páginas. Según lo previsto, el presupuesto se tendría que discutir en el Parlamento a partir del 10 de septiembre, por lo que podría ver la luz verde a finales de otoño.

A principios de julio, los tres líderes ya habían anunciado un acuerdo sobre el presupuesto para 2025, tras discutir durante semanas para tapar un agujero de al menos 30.000 millones de euros. Asimismo, en ese proyecto, el Gobierno federal había previsto un supuesto déficit de 17.000 millones de euros. Una cifra muy alta, a pesar de que partían de la base de que los distintos ministerios no gastarían todo el presupuesto durante este año.

De hecho, uno de los principales obstáculos fue la intención del canciller de apoyar financieramente a las empresas ferroviarias y de autopistas y de ahí que ordenara examinar si estas empresas deberían recibir préstamos financiados con créditos en lugar de subvenciones directas. También hubo controversia sobre si se podía apoyar a estas empresas sin tener que compensarlo con el freno de la deuda. Lindner y Scholz discreparon al respecto, por lo que parece que ahora ha habido renegociaciones.

La disputa entre la también conocida como coalición semáforo giró durante varias semanas sobre algo más que el presupuesto para 2025 o la orientación fundamental de la política financiera entre ahorrar e incurrir en deuda, también –y con la vista puesta en las próximas elecciones federales– se cuestionó quién tenía razón y a quién le tocaba ceder. Sobre todo, entre Scholz y Lindner, que se llevaron sorprendentemente bien al principio de la legislatura pero que, durante esta negociación, dejaron en evidencia sus desacuerdos.

Ya como ministro de Finanzas, Scholz fue conocido por sacar de repente de su sombrero una idea inusual en situaciones aparentemente desesperadas. Pensar fuera de lo común le funcionó bien; por ejemplo, en lo que respecta a las ayudas europeas durante la pandemia, pero también le salió mal como cuando, el año pasado, el Tribunal Constitucional rechazó la idea de reasignar miles de millones de préstamos del coronavirus para la protección del clima.

El canciller siempre contó con el apoyo de su grupo parlamentario en las negociaciones, a pesar de que algunos expresaron su disconformidad como el líder de su grupo parlamentario, Rolf Mützenich, que insistió en la importancia de no endeudar más al país con el trasfondo de la guerra en Ucrania. En cambio, para el líder del FDP, Lindner, otra excepción al freno de la deuda hubiera sido la mayor derrota posible. De hecho, este fue uno de los temas más importantes de la campaña electoral de los liberales, que luchan por su supervivencia política.

El tercer miembro del grupo, el vicecanciller Habeck, se mantuvo al margen de la disputa. Al principio permaneció en silencio, luego hizo público su enfado e incluso, en una comparecencia, llegó a decir que los últimos catorce días fueron «innecesarios». «La gente espera que el Gobierno haga su trabajo, no que hable de por qué su trabajo es difícil», añadió.

Habeck parece consciente de que tiene poco que ganar en la cuestión presupuestaria. Para su formación, Los Verdes, lo más importante es que no se produzcan recortes significativos en los proyectos climáticos. Además, Habeck prefiere reservar el controvertido tema del freno de la deuda para la campaña electoral que probablemente encabezará el próximo año como candidato a canciller por su partido.

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