La marca que fue despreciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado miércoles con su frase “España será un país mejor si tiene más automóviles eléctricos, por cierto, fabricados en España, más autobuses públicos y, por tanto, más transporte público y menos Lamborghinis ” es uno de los constructores más prestigiosos entre los fabricantes de automóviles de altas prestaciones, presente en 54 países del mundo y que el año pasado vendió un total de 10.112 unidades. Durante el primer semestre del presente ejercicio ha comercializado ya 5.500 automóviles con un volumen de negocios de 1.620 millones de euros y un crecimiento del 14% frente al ejercicio precedente. El valor de la compañía se sitúa en unos 3.900 millones de euros.
En España, el pasado año se vendieron 46 unidades con un precio medio que ronda los 400.000 euros, lo que significa que el estado español recaudó, entre IVA e impuesto de matriculación, más de seis millones de euros.
Su gama de productos se centra en tres modelos, además, todos ellos electrificados: El SUV Urus, que representa más de la mitad de las ventas, y superdeportivos como el Temerario y el Revuelto. Creada en 1963 por Ferruccio Lamborghini, esta marca, cuya fábrica está situada cerca de Bolonia, Italia, pertenece al grupo Volkswagen. Un conglomerado industrial que posee otras marcas tan relevantes como Audi, Seat, Cupra, Skoda, Bugatti, Bentley… El grupo posee en España dos grandes factorías situadas en Landáben (Navarra) y Martorell (Barcelona) que dan trabajo directo a unas diez mil personas y generan casi el triple de puestos de trabajo indirectos a través de la red de proveedores de industria auxiliar y su extensa red de concesionarios de todas sus marcas.
