Mañana, 7 de septiembre, se cumple el primer aniversario de la muerte de María Jiménez, y los suyos, le ofrecieron un homenaje el pasado 23 de agosto, en la misma urbanización donde vivió sus últimos treinta y cinco años de vida, «San Andrés Golf», a medio camino entre Chiclana y Conil, en Cádiz.
Es su hijo Alejandro el que recuerda que «fue un pequeño homenaje en el club social del lugar donde ella vivía, en el que cantaron artistas como Mercedes Siran, Eduardo “El campanero” y Jesús Bienvenido. Un acto emotivo y entrañable».
Pero no será el único homenaje a la artista fallecida. «Mi tía Isabel le ofrecerá una misa y posiblemente hagamos alguna otra cosa. Aunque de momento no lo hemos concretado», revela Alejandro Sancho.
«Ahora vivo en la que fue su casa y me encargo de todo lo relacionado con su merchandising. Me va muy bien aunque echo muchísimo de menos a mi madre, la tengo presente cada día», destaca el joven, nacido del matrimonio de María Jiménez con el actor Pepe Sancho.
Y más teniendo a las puertas de la urbanización gaditana la escultura dedicada a su memoria: « Ese es el gran homenaje de todos los que la querían», asegura.
Por su parte, su tía Isabel corrobora a LA RAZÓN que «voy a ofrecerle una misa a mi hermana en este primer aniversario de su muerte. La tengo presente en todo momento, es imposible llenar el vacío que nos dejó».
Aparte de la gran herencia emocional y artística, María Jiménez no contaba con grandes recursos económicos. Su único hijo fue su heredero universal y recibió el chalet de su madre en tierras andaluzas, una propiedad valorada en unos quinientos mil euros, con ciento cuarenta metros cuadrados construidos y tres mil trescientos de parcela.
Patrimonio inmobiliario
La cantante había vendido años atrás otras propiedades, como la casa que poseía en la localidad madrileña de Boadilla del Monte, así como un piso en Sevilla.
En los últimos años de su carrera profesional, María Jiménez obtuvo setecientos cincuenta mil euros de beneficios por grabar el último disco de duetos con Joaquín Sabina.
Los beneficios que Alejandro obtiene del merchandising de su madre se dividen entre la Fundación que lleva el nombre de María Jiménez y la economía familiar. La citada tienda online lleva el nombre de «La trapería de María Jiménez», y en ella se pueden adquirir desde una cazadora personalizada con la imagen de la artistas, a fotografías dedicadas, vestidos, camisetas, pendientes, broches, elepés, colgantes, tazas, copas, cuadros… hasta pegatinas a cinco euros.
En cuanto a la Fundación María Jiménez, supone el importante legado que la artista deja en favor de la lucha en favor de los derechos humanos de las víctimas de violencia de género, del colectivo LGTBI y de personas en riesgo de exclusión. Parte de su financiación proviene de donaciones privadas.
