El mago británico que engañó a los nazis y ayudó a ganar la Segunda Guerra Mundial

El mago británico que engañó a los nazis y ayudó a ganar la Segunda Guerra Mundial

En la década de 1930, Jasper Maskelyne era un mago superestrella que actuaba ante multitudes que abarrotaban los teatros de Reino Unido. Un cartel de 1931 correspondiente a su paso por el London Palladium lo catalogaba como “el mayor ilusionista de Inglaterra”, según recoge la ‘BBC‘.

A decir verdad, era un poco dandi, con un toque de Errol Flynn por su bigote lápiz y sus ojos penetrantes. Ágil también, basándose en la evidencia de una película de Pathé de 1937 en la que parece tragarse una docena de hojas de afeitar. Menos ágiles eran las bromas que soltó ante la cámara: “Muy agradables cuando están frescas, ¿sabes?”.

El mayor engaño de Maskelyne, sin embargo, se ejecutó en un teatro muy diferente al que frecuentaba: el desierto cerca de El Cairo durante la Segunda Guerra Mundial. En sus reveladoras memorias de 1949, tituladas “Magic: Top Secret” (Magia: Secreto Absoluto), afirmó haber dirigido un equipo que producía en masa “trucos, estafas y dispositivos destinados a desconcertar y engañar a los cabezudos comandantes del Eje”.

Las tácticas de humo y espejos que Maskelyne y sus compañeros emplearon para la Operación Bertram (como se denominó el plan de engaño para la segunda batalla de El-Alamein en 1942) todavía son estudiadas por los militares hoy en día. Y una película que narra la historia de Maskelyne, protagonizada por Benedict Cumberbatch en el papel principal, está lista para producirse.

Las acciones de Maskelyne también se cuentan en “Espías, mentiras y engaños”, una exposición que examina el papel que la ficción, el truco y el engaño han jugado en los conflictos desde la Primera Guerra Mundial hasta la actualidad, la cual acaba de ser inaugurada en el Museo Imperial de la Guerra de Londres. Entre los 150 objetos exhibidos figuran dispositivos, documentos oficiales, películas y fotografías, las cuales revelan historias muy conocidas pero también otras ignoradas, como la de Noor Inayat Khan, la primera operadora inalámbrica enviada a la Francia ocupada.

“Queríamos mostrar que las guerras no siempre se libran y ganan en los campos de batalla o en las salas de mando, sino que suceden muchas cosas en las sombras”, comentó la cocuradora Michelle Kirby.

Desde que Maskelyne publicó sus memorias se sugirió repetidamente que exageró sus acciones, aunque las afirmaciones de los críticos (y las de Maskelyne, también) fueron difíciles de probar. “Una de las realidades fascinantes pero complejas por las que hemos tenido que navegar cuidadosamente es que la verdad sobre la participación específica de personas detrás de los engaños militares a menudo es difícil de confirmar”, indicó Kirby.

Voluntario para la guerra

Maskeylyne tenía casi 37 años cuando se alistó para la guerra. Vástago de la aristocracia mágica (su abuelo inventó el truco de levitación y se hizo famoso por exponer a espiritistas fraudulentos) se ofreció como voluntario para los Ingenieros Reales. Él aseguró que las técnicas de la magia popular podían usarse para camuflarse y se lo demostró a oficiales dudosos al conjurar un buque de guerra alemán en el londinense río Támesis a partir de un modelo de cartón y espejos.

Poco después, el brigadier Dudley Clarke se acercó a Maskelyne. ¿El propósito? Solicitarle que se uniera al MI9, como parte de la “Fuerza A”, una sección especial de inteligencia cuya misión principal sería engañar al enemigo. Como lo describió Clarke en sus memorias, su objetivo era “conservar en lugar de destruir”. Era vital para su éxito que, en lugar de simplemente engañar al enemigo, lo engañaran para que colaborara con los planes aliados.

Según Maskelyne, Clarke le asignó el mando de la “Sección Experimental de Camuflaje”, que fue apodada “la Banda Mágica” o “la Banda Loca”, según otros.

El grupo supuestamente incluía a un electricista, un químico, un escenógrafo, un arquitecto, un restaurador de cuadros, un pintor y un carpintero. Juntos fueron notables, afirmó Maskelyne, al ocultar toda la ciudad de Alejandría (Egipto) de los bombarderos alemanes. Y para ello, simularon luces nocturnas de la ciudad, levantaron edificios falsos, un faro y baterías antiaéreas en una bahía a casi 5 kilómetros de distancia y, cuando la Luftwaffe llegó, incluso volaron algunos de los edificios falsos, de modo que los pilotos creyeron que habían alcanzado su objetivo.

“Engaños como éste son tan antiguos como la propia guerra”, explicó Kirby. Y sumó: “Hay fotografías de la Guerra Civil estadounidense de troncos hechos para que parecieran armas montadas, y [en la exposición] tenemos una cabeza señuelo de papel maché que atrajo el fuego de los francotiradores en las trincheras”.

Aunque la responsable de la exposición admitió que “nunca se había hecho a una escala tan grande antes”.

Su momento álgido

Según sus memorias, la mayor contribución de Maskelyne a Bertram fue hacer que el mariscal de campo alemán Erwin Rommel pensara que el ataque aliado venía desde el sur, cuando en realidad las fuerzas del mariscal británico Bernard Montgomery tenían la intención de atacar desde el norte.

El mago usó lona y madera contrachapada para disfrazar 1000 tanques como camiones en el norte, y creó 2000 tanques falsos, además de una línea ferroviaria, una tubería de agua, conversaciones de radio y sonidos de construcción falsos en el sur. Los tanques incluso tenían su propia pirotecnia.

Maskelyne aseguró en sus memorias que Montgomery le dijo: “Toda la guerra dependerá de lo que suceda aquí… Espero que hayas traído tu varita mágica contigo”. “Ayudó a los aliados a obtener una sorpresa táctica completa”, dijo Kirby.

De hecho, cuando las tropas le quitaron los disfraces a sus tanques y cargaron a la batalla, los nazis fueron tomados completamente desprevenidos. Con la batalla de El-Alamein, los aliados cambiaron el rumbo de la campaña en el norte de África. “Antes de Alamein nunca tuvimos una victoria. Después, nunca tuvimos una derrota”, afirmó el primer ministro británico Winston Churchill.

Se dice que la “Banda Mágica” se disolvió después de eso, aunque se cree que las habilidades de Maskelyne también se encuentran detrás del falso sabotaje de la fábrica de aviones De Havilland en Hatfield, Hertfordshire en 1943. Para engañar a los servicios de reconocimiento alemanes y hacerles creer que una bomba había estallado dentro de la fábrica, construyó réplicas de transformadores de madera, cráteres de bombas falsos y escombros.

Asimismo, se utilizó a Eddie Chapman, un doble agente británico conocido como “ZigZag”, para informar a los alemanes de lo ocurrido. La Cruz de Hierro que éste último recibió a cambio también se exhibirá en el Museo.

Maskelyne no obtuvo ningún reconocimiento oficial por su trabajo en la guerra, una omisión que se dice que le molestó y que probablemente lo animó a publicar las memorias, en las que describe sus hazañas en detalle y sin poca fanfarronería.

El mago incluso afirmó estar en la lista personal de los más buscados de Adolfo Hitler. “Los relatos oficiales no siempre coinciden con los suyos”, admitió Kirby,

Sin embargo, la curadora advirtió: “La verdad de lo que sucede en las sombras del ejército es difícil de confirmar incluso hoy en día. Y, por ello, es poco probable que descubramos alguna vez qué tan cierta es su versión de la historia”.