Este caminante ha estado entre León y Asturias, donde visité al autor del mejor cocido madrileño, Antonio Cosmen (La Cruz Blanca de Vallecas). Colabora con su familia en un restaurante, en el Alto de Leitariegos. Nuestro extraordinario restaurador, nacionalizado vallecano, no olvida su montaña.
Los locales se quejan de que mientras otros valles han sido promocionados, esa comarca necesita ayuda de la Administración para buscar inversiones de turismo sostenido. Sus montañas son bellísimas y tienen la virtud de la tranquilidad del turismo rural.
También he visitado, con grandes amigos, montañas en mí Aragón querido, más preciosas que nunca. La oferta en la primera línea amenaza colapso, mientras que los valles menos conocidos están desde hace tiempo en la España que se muere.
Los retrasos en las variantes de Jaca y Sabiñánigo provocan atascos que no le importan, ni le importarán, al ministro del golf, Óscar Puente, como tampoco le interesan los últimos kilómetros de la autovía Huesca-Sabiñánigo. Este ministro va a superar a otro exministro prepotente, el ingeniero Álvarez-Cascos, y se acerca a la gran inútil histórica de Fomento, que amenazaba a sus rivales, Magdalena Álvarez.
La estación de Renfe de Zaragoza es una sauna (los políticos van a la sala vip/aire acondicionado). En el AVE aguanté una hora y media el olor nauseabundo de los servicios. Milagro, llegó puntual. Pero Puente siempre nos tiene preparado algo a los de Cercedilla. Ayer, 18 minutos de retraso. La culpa no es suya, nunca es suya.
La Sierra madrileña está preciosa estos días, aunque le vendría bien un poco de agua. Los cortes de tráfico para no destrozar algunos parajes funcionan. Tenemos que proteger nuestros tesoros, porque el que seguro que no los va a cuidar es el ministro Puente. Está en el golf.
