El nuevo coche oficial de Puigdemont y los Presupuestos

El nuevo coche oficial de Puigdemont y los Presupuestos

Jaime Gil de Biedma (1929-1990), catalán de nacimiento, el poeta tío de Esperanza Aguirre y de la fotógrafa artística Ouka Leele (1957-2022) –Bárbara Allende–, definió a España en su gran y amargo poema «De vita beata» –de la felicidad–como «un viejo país ineficiente», en el que sugería «no leer, no sufrir, no escribir, no pagar cuentas, y vivir como un noble arruinado». Muchos años después y con un «procés» que no termina con Salvador Illa, en teoría socialista, al frente de la Generalitat, el juglar quizá cambiaría lo e «ineficiente» por «estrafalario». Père Aragonés, «indepe» de ERC, presidente saliente, antes del traspaso de poderes, en un último o penúltimo acto administrativo y válido, encargó que se comunicara a Carles Puigdemont que podía, como hasta ahora, utilizar su coche oficial como ex-presidente catalán. Todavía más, el otra vez huido –¿a Waterloo?– verá como a finales de año su actual vehículo será sustituido por otro, dentro del plan de renovación de la flota de automóviles oficiales de la Generalitat. Todo ocurrió después de que, días antes de su aparición fugaz en Barcelona, el líder de Junts recibiera la comunicación de que debía devolver su coche oficial, justo el día su aparición en la Ciudad Condal. Alguien pensó que aquello era un feo y Aragonés, antes de dejar la poltrona, enmendó la plana. Todo lo contó Marta Lasalas en ElNacional.cat, diario digital nada sospechoso para los indepes. El automóvil es un Seat Alhambra, aunque no está claro que lo utilice y no tiene nada que ver con el vehículo en el que desapareció después de su arenga del 8 de agosto, antes de volver a esfumarse gracias a múltiples connivencias y quizá a algún pacto político.

El «procés», digan lo que digan los socialistas, no está muerto. Además, si el pacto ERC-PSOE se materializa –por muy complicado que sea– habrá dado un paso de gigante y tal vez irreversible. Hay ahora un compás de espera, mientras el nuevo Govern de Illa, que ha renunciado a las vacaciones –el poder es la mejor vocación–, se asienta y empieza a pagar favores a los «indepes» de ERC. Puigdemont, desde alguna parte, también insiste –no puede decir otra cosa– en que el «procés» sigue adelante. Otra vez en el exilio, tiene la llave de los Presupuestos de 2025, que casi garantizarían a Sánchez acabar la legislatura. La incógnita es que no está claro quién tiene más atrapado a quién, si Puigdemont, con coche oficial, a Sánchez o al revés; y sí, en «un viejo país» más estrafalario que «ineficiente», como quizá escribiera ahora, también con versos amargos, Gil de Biedma.

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