El plan de Sánchez

El plan de Sánchez

Tras su primera epístola a la ciudadanía, en la que Pedro Sánchez amagó falsariamente con dimitir, quedó muy claro que el objetivo real de todo ese teatro socialista era el de justificar un asalto desacomplejado contra la libertad de prensa y la independencia judicial.

Durante las últimas semanas, sin embargo, Sánchez se mantuvo silente: casi parecía que se hubiese olvidado de sus maquinaciones; que acaso sus exabruptos contra los tribunales y la prensa tras la famosa misiva apenas habían sido fruto de un calentón temporal y no de un taimado plan contra la separación de poderes y el estado de derecho. Pero no: transcurridos los comicios catalanes y europeos, hemos podido comprobar que el plan de Sánchez solo estaba durmiente, aguardando a la finalización de este ciclo electoral para poder mostrar su verdadero rostro.

Así, ayer Sánchez amenazó con un plan de regeneración democrática (en realidad, un plan de degeneración democrática) cuya finalidad es la de atar en corto a los medios de comunicación así como avanzar en el control político de la justicia. O dicho con otras palabras: Sánchez trata de limitar aquellos contrapoderes públicos o privados que lo fiscalizan.

Y por supuesto que todo contrapoder con la capacidad de fiscalizar al Ejecutivo es susceptible de ser abusado por quienes lo ejercen: pero si nos hemos dotado con mecanismos institucionales para que contrarresten los más que serios abusos que puede perpetrar el Ejecutivo, no parece que la forma de que tales contrapoderes sigan siendo funcionales consista en que el Ejecutivo, con la venia del Legislativo, pueda amordazarlos.

A pesar de ello, Sánchez está decidido a jugar esa carta autoritaria: en la entrevista que concedió ayer mismo a RTVE con el objetivo de justificar públicamente su agenda despótica, legitimó sus estratagemas bajo el inquietante argumento de que la soberanía nacional reside en el Congreso y que, por consiguiente, teniendo mayoría suficiente en el Congreso puede hacer lo que le dé la gana, incluyendo someter al independiente poder judicial.

Pero si existe separación de poderes es justamente para que nadie concentre en sus manos todas las potestades del Estado, pues si alguien lo hiciera se convertiría en un tirano. Y ese es el camino que parece querer recorrer Pedro Sánchez ahora que ya no hay elecciones que lo estorben de por medio.