El poder de Cari

El poder de Cari

Cuando hace apenas cuatro días se conoció la tristísima muerte de Caritina Goyanes, a los 46 años, tras un infarto casi tan fulminante como el que 19 días antes mató a su amado padre, España entera se quedó en shock. Lo que más conmocionaba no era la muerte de una joven adorable, sencilla y ejemplar, justo después de la de su progenitor; tampoco la pertenencia de ambos a una familia querida, discreta y elegantemente habitual en los medios de comunicación. El comentario más repetido en todas las conversaciones era “pobre Cari”. No la difunta. Que también. Sobre todo, la madre. Viuda y huérfana de hija en poco más de dos semanas. Demasiado, incluso para una mujer de su fortaleza, a quien la vida ha puesto a prueba en varias ocasiones.

La misma que siempre ha defendido a su familia, que la ha sacado adelante, que ha sabido ser la protagonista, la madre de las protagonistas y la abuela de los protagonistas, sin estancarse en la obsesión de otros por la juventud y los focos. La trabajadora eficiente que más allá del papel couché no ha faltado nunca a sus obligaciones laborales, la amiga fiel, la persona que nunca falla… Verla acudir, dos veces al tanatorio en tan poco tiempo, devastada, pero con su entereza de fábrica, nos ha dejado el corazón congelado. Creo que Cari es muy creyente y cuenta con el salvavidas de la fe. Ojalá. Le espera una titánica tarea, no para sobreponerse a un dolor que ella sabe que no desaparecerá jamás, sino para seguir pilotando el barco de su familia, ahora a la deriva por la tragedia. Los que quedan, su hija, sus yernos y sus nietos necesitan seguir encontrando en ella ese faro sólido que lleva mostrándoles el camino toda la vida. Y alguien pensará que no, pero ella puede. El amor es su poder.

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