El poder de la cultura

El poder de  la cultura

El pasado lunes tuve el honor de recibir el Premio de Cultura de la CAM, en la disciplina de Literatura. Y más allá de la satisfacción personal del galardón que me convierte en profeta en mi tierra –soy madrileña de tercera generación y aunque Madrid es de todos, presumo de patria chica–, y de la emoción de recibirlo junto a otros catorce premiados de prestigio en las diferentes categorías, además de Manuel Alejandro, a quien concedieron la Medalla Internacional de las artes, la gala de entrega me llevo a reflexionar sobre la propia cultura. Si bien según la RAE la cultura es «el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico» y también «el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, grupo etc.», su significado y valor trascienden las propias definiciones. La cultura es la herramienta más poderosa de la que dispone un ser humano; la única capaz de hacerle libre y de proporcionarle esas alas de las que hablaba Unamuno; de ayudarle a comprenderse a sí mismo y comprender a los demás y de posibilitarle la construcción de su propia identidad, que es el primer derecho del hombre. La cultura es la forma más democrática de aprendizaje, la que debe estar al alcance de todos, tengan el acceso que tengan a la educación convencional, y la manera más eficaz de ponerse en el lugar del otro, de dudar de las propias convicciones y de descubrir nuevas maneras de mirar. La cultura es más mágica que cualquier varita y se adquiere observando, escuchando, viajando y sobre todo leyendo. «Los libros son abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra», decía James Russel. Por eso leer duplica la vida y escribir, para quienes lo hacemos, es una obsesión tan perversa y a veces dolorosa como extraordinaria. Un premio de cultura supone un espaldarazo para sus representantes, cuando lo reciben, pero también es la radiografía de quienes lo otorgan, porque no hay poder político que pueda sobrevivir sin la cultura y cualquiera puede ser derribado por ella. Gracias por el premio. Me ha hecho muy feliz.

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