El presidente de la mentira y el silencio

El presidente de la mentira y el silencio

El presidente del Gobierno pretendió ayer salir airoso de una comparecencia de prensa con tal cantidad de frentes abiertos y vías de agua en su discurso que le fue imposible. Pedro Sánchez había esquivado el escrutinio público sobre su acción política y después de ver y escuchar su puesta en escena y sus comentarios entendemos que se haya ocultado y que prefiera pasearse por los medios amigos antes que cumplir con su deber de rendición de cuentas. No se apartó de la mentira y el silencio que han sido y son la exclusiva línea de defensa y el código de toda su ejecutoria en estos seis años desde que llegara al poder mediante una moción de censura fraudulenta. Habló del concierto catalán y de la soberanía fiscal entregados a ERC para que Salvador Illa sea president como un hito magnífico para España, de que Aznar ya había iniciado ese camino con la cesión del 30% del IRPF (calló que lo hizo para todas las comunidades), de que todos los socialistas lo respaldan y de que ampara la solidaridad interterritorial hacia «la federalización» del estado autonómico y el objetivo de la normalización en Cataluña. No hay una sola verdad en esta panoplia de retórica fabulada e insultante para salir del paso y abusar de la inteligencia del ciudadano. Emiliano García-Page, definitivamente proscrito y sentenciado ayer en Moncloa, encabeza la oposición frontal dentro del PSOE a la implosión de la caja única, que consagra la desigualdad, el agravio, la injusticia y el maltrato para el resto de los ciudadanos españoles exclusivamente con el fin de que Sánchez controle la Generalitat y neutralice a Puigdemont veremos con qué consecuencias. Detrás vendrán otros porque repartir pobreza para que unos cuantos blinden sus privilegios resulta inasumible más allá de la militancia partidista que se profese. Que la desconexión catalana salga adelante no será sencillo, porque las cuentas políticas no cuadran y la minoría parlamentaria del sanchismo resulta cada día más acusada, por más que el contubernio sea también ilegal e inconstitucional. De falacias y mutismo, hablábamos. Fue el caso de la querella contra el juez Peinado por prevaricación en defensa de la institución de la Presidencia y sus «derechos atropellados» y del asunto Begoña Gómez, del que sentenció que había ofrecido «suficientes explicaciones políticas» sobre un «no caso» derivado «de la frustración» del PP. El presidente se había escondido tras el argumentario del bulo y el fango para escapar de un escándalo que crece y crece al son de sus silencios. Ayer, hubo más de lo mismo. Ni una aclaración ante cuestiones sobre las peripecias particulares en La Moncloa. Tarde o temprano habrá que darlas. Artificios con querellas sobre hechos que no son delito fracasarán. Sabemos que Sánchez es capaz de todo para conservar el poder y que no se someterá al veredicto del pueblo engañado. España está en las peores manos y no podemos ser optimistas sobre el porvenir con un presidente que desconoce la verdad y el sentido de Estado y que gobierna sobre la corrupción y contra los españoles.

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