El SOS de un museo de las telecomunicaciones “único en Europa”

El SOS de un museo de las telecomunicaciones “único en Europa”

Ernesto López Naveiras tiene 83 años; José Luis Sotelo, 85; Víctor Godoy, 89. Ellos fueron los tres “locos” que, cuando aún estaban en la cincuentena, prejubilados de Telefónica en A Coruña, arrumbados por la digitalización y plenos de vitalidad, se dijeron a sí mismos que debían preservar “la historia y la prehistoria” de las telecomunicaciones fundando un museo didáctico. “Lo hicimos por amor o por locura”, insisten, “porque este no es un tema de gente normal”. Por “tema”, se refieren al compromiso con ese sueño compartido que sacaron adelante y al arduo trabajo, durante años, de rastrear, localizar y volver a la vida máquinas históricas, desechadas por la compañía en su proceso de modernización. Toda esa tecnología que un día fue puntera y quedó obsoleta ya estaba en manos de chatarreros de varias provincias de España. A las centralitas de los años 30 les habían extirpado todas sus tripas de cobre. Eran miles los cables, relés y piezas amputadas. La “joya de la corona”, la maqueta de un sistema rotatorio de comunicación automática analógica Rotary 7-D, vigente desde 1928 hasta 2002, fue rescatada in extremis, tras el desmantelamiento de la central coruñesa de Espino.

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