El Temporada Alta inaugura entre el miedo a las leyendas populares y los paseos por el campo

El Temporada Alta inaugura entre el miedo a las leyendas populares y los paseos por el campo

El Temporada Alta de Gerona abría una nueva edición, este viernes, con un viejo conocido de los escenarios catalanes: ‘Un matrimoni de Boston’. Un montaje que 19 años antes triunfaba con Anna Lizaran, Emma Vilarasau y Marta Marco en el Teatre Lliure, primero, y de La Villarroel, después. Josep Maria Mestres regresaba así, en el Municipal, a un texto de David Mamet que le dio muchas alegrías en su día: “En aquel momento el espectáculo lo vio quien pudo y no quien quiso porque las entradas se agotaron rápido y no se hizo gira (…) Es un retorno, no una reposición”, advierte de un montaje que sirve, al tiempo, como homenaje a Lizaran, desaparecida en 2013.

El ‘Matrimonio’ ha sido la propuesta más nostálgica de un fin de semana inaugural que continuaba, en Salt, con una ‘Gaviota’ íntima y muy aplaudida, en versión del argentino Guillermo Cacace, y una pieza de terror de Jordi Casanovas que recuperaba las leyendas de la comarca, ‘Allà hi ha lluny hi ha una caseta’; y a las afueras, un largo paseo de siete horas (y siete paradas) por el campo de la mano de Caroline Barneaud (Théâtre VidyLausanne) y Stefan Kaegi (Rimini Protokoll).

Mestres ha vuelto con su propuesta a una historia, en sus palabras, “sobre la descomposición de una pareja de mujeres de finales del siglo XIX, aunque precisamente termina contándonos la recomposición a través de la complicidad, respeto y amor que se tienen. Mamet se introduce en las relaciones a través de una pareja no normativa a la que hace hablar como personajes de Henry James y Oscar Wilde”. Para el director, en 2005 caló entre el público porque “se acababa de aprobar el matrimonio homosexual en España”; y en esta ocasión, apunta al “crecimiento exponencial del movimiento LGTBi y del feminismo” para su éxito: “Le ha ido muy bien a esta obra”.

Con ‘Un matrimoni de Boston’ [expresión creada en EE UU para hogares formados por dos mujeres solteras que convivían de forma independiente de cualquier soporte masculino], Mestres se siente como el que coge una bicicleta después de años sin hacerlo: “Esto no se olvida”, ríe. El director −que tiene otra cita en el Temporada el 29 de noviembre con ‘Mort d’un comediant’− levanta un proyecto nuevo quitándole parte de esa pátina decimonónica de hace dos décadas y presenta un espacio mucho más limpio −trabajo de Paco Azorín−; y en él, tres actrices: dos de aquel montaje, Vilarasau (en el antiguo papel de Lizaran) y Marco (en el viejo rol de Vilarasau); y una nueva incorporación, Emma Arquilluè, en el papel de la criada.

Fue la primera parada de un fin de semana que continuaría el sábado al mediodía llevando las escénicas a los campos y bosques de Celrà. ‘Paisajes compartidos’ (‘Shared Landscapes’) se pregunta “qué pasaría si las artes ofrecieran un contrapunto a la privatización de los paisajes, un nuevo espacio común, una experiencia colectiva a la natura basada en el tiempo y la atención”. Siete artistas de diferentes nacionalidades y disciplinas se reparten por los alrededores de Gerona para dialogar con una Madre Naturaleza que no duda en decir, de su propia boca, que aquí los humanos estamos de paso y que la única que va a sobrevivir a todo es ella.

“Pensábamos en el teatro fuera del teatro, tratando de averiguar cómo cambiaría y aportaría a nuestra práctica, y que apostarían a su vez estos territorios. Hoy en día, cada vez somos más los que nos preocupamos por la naturaleza y los seres vivos, y cada vez somos más los que intentamos acercarnos a ellos (…) Queríamos encontrar una manera de estar juntos en y con la naturaleza, con todas las dificultades que esto implica. Limitaciones que tienen que ver con la accesibilidad, el clima, la naturaleza impredecible de la cosa…”, defiende Kaegi de un recorrido en el que se abastece al público con su correspondiente bocata de tortilla para no desfallecer en el intento.

De vuelta a los escenarios (convencionales), cabe destacar la ‘Gaviota’ que Cacace ha presentado en Salt (Canal). Apenas 50 espectadores por sesión rodean a las cinco protagonistas (Clarisa Korovsky, Marcela Guerty, Paula Fernandez Mbarak, Muriel Sago y Romina Padoan) de esta versión de Chéjov; y una decena de ellos lo hace pegado a las Masha, Boris, Nina…. Una mesa en el centro, con sus correspondientes pruebas de vida (patatas, kleenex, copas, apuntes…), es suficiente para levantar una función más que digna en la que la cercanía atrapa al visitante desde que arranca el “ensayo” en el centro de la sala grande de Canal: “Que el estreno no asesine el ensayo”, defiende Cacace ante LA RAZÓN.

Llama la atención que en esta ‘Gaviota’ (que viajará a Madrid y a Cádiz) solo haya mujeres −igual que en el ‘Matrimoni’ y en la pieza de Casanovas−, aunque para el argentino eso es lo de menos, “podrían haber sido actores, elefantes o girasoles”. Solo necesitaba “cinco existencias sensibles”. El director afirma que “el ensayo tiene algo del orden de lo irresuelto, de la imperfección, del error permitido, de lo inacabado, de darle lugar a ese accidente que aporta al hacer una condición vital. No se trata de una estética del ensayo sino más bien de una ética del ensayo. Esta ética del ensayo, su maquinaria poética, pronuncia un gesto político en tanto busca alternativas para las cosas dadas como única posibilidad”.

Por su parte, Cristina Arenas, Meritxell Yanes y Mercè Pons fueron las encargadas de recuperar en la buhardilla de la Factoría Cultural Coma Cros (Sala Kropotkin) las viejas leyendas que se han ido perdiendo en la comarca. Jordi Casanovas firma un cuento de terror, ‘Allà hi ha lluny hi ha una caseta’, que busca hacer justicia con el pasado, al tiempo que se atreve con un género poco agradecido sobre las tablas: “En el teatro es difícil conseguir el terror del cine, pero jugamos con un espacio muy pequeño y con el público muy cerca de la casita, la que puede ver a través de un tul, como un espía que mira por una rendija”.

Los monstruos (de ficción y de carne y hueso) ganan terreno en una obra que rebaja las expectativas sobre la supuesta belleza del parto y que da voz a una historia con ecos modernos a los abusos de Sor María.

Please follow and like us:
Pin Share