En el 350 aniversario de las revelaciones del SCJ

En el 350 aniversario de las revelaciones del SCJ

El mes de junio en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica es un tiempo dedicado en especial a la devoción y el culto al Sagrado Corazón de Jesús, de similar manera a como el mes de mayo está dedicado a la Virgen María.

En concreto, este pasado viernes –primero de mes– ha sido el dedicado a celebrar la Solemnidad de Su Sagrado Corazón, pedida por Él mismo a través de santa Margarita María de Alacocque, y para que se estableciera el viernes posterior al Corpus Christi. Esta santa era una joven religiosa salesa que profesaba en el Monasterio de Paray -Le- Monial en la Borgoña francesa. Ella fue el instrumento humano elegido por el Señor a finales del siglo XVII para extender la devoción al SCJ, y es muy interesante conocer el porqué de esa elección y en ese momento. Hay que remontarse para ello a la Última Cena, en el primer Jueves Santo de nuestra Historia, y recordar el pasaje que cita que el apóstol Juan «recostó su cabeza en el pecho del Señor».

Un salto en el tiempo nos lleva a la segunda mitad del siglo XIII y a una monja cisterciense alemana Santa Gertrudis, que recibió muchas revelaciones místicas del Cielo y en especial del SCJ. En una de ellas, el Señor le permitió que recostara la cabeza en su pecho y Gertrudis oyó los latidos de Su Corazón. Al preguntarle a San Juan si él los había oído en aquella ocasión y decirle que sí, le preguntó por qué no lo había escrito en su evangelio. La respuesta de Juan fue rotunda: «porque el Señor me dijo que no lo escribiera». Y que «sería para el momento en que los corazones de los hombres se enfriaran de amor hacia Él, y tuviera que caldearlos con el fuego del Amor de Su Corazón».

Ese tiempo llegará en el siglo XVII, con Descartes y el racionalismo, y la herejía del Jansenismo con un Dios justiciero y vengativo opuesto al Dios verdadero, Dios Justo pero no justiciero, y del Amor y la Misericordia. En la recta final de ese siglo, el 27 de diciembre de 1673 –en la fiesta de san Juan evangelista– comenzó Margarita María de Alacocque a recibir sus mensajes aludiendo al dolor que le producían los desprecios y pecados de los hombres ingratos a los que Él quería salvar con el fuego de su Amor. Y estableció la devoción de «los nueve primeros viernes de mes», prometiendo las gracias necesarias para salvarse en el momento de la muerte, a quien la practicara.

Estamos en el 350 aniversario y los corazones humanos necesitan de ese fuego más que nunca.