En Morrocoy aprendí la vida despaciosa y tarda

En Morrocoy aprendí la vida despaciosa y tarda

El morrocoyo o tequeteque es una tortuga gigante caribeña, y por analogía, en Venezuela llaman morrocoyos a los vagos y torpones. El filólogo Picón Febres definió morrocoyo, “en sentido familiar”, como “persona despaciosa o tarda en el hacer”, definición insuperable que me caía divinamente aquella mañana de hace más de 10 años, cuando me bañaba en las aguas superficiales de los manglares con la esperanza y el temor de ver algún morrocoyo de verdad, con su caparazón y sus aletas, nadando entre mis piernas. No hubo suerte: la única tortuga despaciosa y tarda en el hacer que perturbó aquel paraíso llamado Morrocoy fui yo. Me acompañaban en la perturbación unos pocos colegas escritores —algunos, poetas, más despaciosos y tardos en el hacer que yo— y unos vendedores de ostras que aprovechaban la circunstancia geográfica de que el mar solo cubría hasta la cintura para acarrear bandejas de marisco y cerveza fría que nosotros bebíamos y comíamos con el placer morboso de infringir todas las normativas sanitarias vigentes en el mundo. A lo mejor nos mataba una de esas ostras, tan lejos de cualquier hospital, pero qué hermosas serían nuestras últimas vistas: Morrocoy bien valía una gastroenteritis.

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