A punto de cumplirse dos años desde la elección de Giorgia Meloni como primera ministra de Italia, su Gobierno se encuentra más débil que nunca. Pero no es la inquietud por los presupuestos generales para el próximo año que deberán cuadrar con las exigencias de Bruselas, ni las rencillas entre los tres socios de la coalición lo que podría poner en crisis la estabilidad del Ejecutivo italiano, sino el comportamiento privado de algunos de sus ministros.
A la posible imputación por fraude de la ministra de Turismo en las próximas semanas, y las sospechas -aún sin confirmación oficial- entorno a la propia hermana de Meloni, que estaría siendo investigada por la Fiscalía de Roma, según publicó recientemente un diario conservador, se une el escándalo que está monopolizando el debate público en Italia en los últimos días y que afecta a su ministro de Cultura.
El periodista y exdirector del segundo canal de la RAI, Gennaro Sangiuliano, de 62 años, se encuentra en el ojo del huracán después de que saliera a la luz una relación extra conyugal con una empresaria e «influencer», a quien presuntamente nombró asesora de su Ministerio, aunque más tarde dio marcha atrás. La mujer, sin embargo, asegura haber participado en reuniones institucionales y haber tenido acceso a documentación confidencial relativa al próximo G7 de Cultura que se celebrará en Pompeya el 22 y 23 de septiembre.
Todo comenzó con un mensaje en Instagram en el que Maria Rosaria Boccia, una empresaria napolitana de 41 años especializada en la organización de matrimonios, anunciaba que había sido nombrada asesora del ministro de Cultura. Tras el desmentido oficial, la mujer comenzó a publicar en sus redes sociales documentos, correos electrónicos e incluso audios privados. En uno de ellos se escucha como un colaborador del ministro confirma el nombramiento a Boccia, quien habría viajado junto a Sangiuliano este verano para participar en inauguraciones y eventos públicos, como demuestran las numerosas fotos de ambos juntos.
En una entrevista este miércoles en el principal informativo de la televisión pública RAI, el ministro mostró los extractos de sus cuentas y recibos de los viajes y estancias en hoteles para demostrar que no había gastado «ni un euro» de dinero público con la empresaria, con quien Sangiuliano admitió haber mantenido una relación sentimental.
«Le dije que nunca habría dejado a mi esposa, que es la mujer más importante de mi vida. Entonces se habrá sentido decepcionada por el nombramiento», añadió el ministro. El ministro de Cultura reconoció haber pensado en nombrar a Boccia asesora para la organización de grandes eventos, pero dijo que finalmente lo descartó por un «conflicto de intereses». «Teníamos una relación afectiva que nació como una amistad a principios de mayo. El 8 de agosto terminó».
La empresaria, por su parte, no dudó en utilizar sus redes sociales para desmentir al ministro. «Siempre me dijeron que el Ministerio reembolsaba los gastos de los asesores, hasta el punto de que todos los viajes los organizaba el secretario jefe del ministro», escribió en Instagram.
