Esta es la mejor ciudad de España para viajar en verano

Esta es la mejor ciudad de España para viajar en verano

Llega el periodo veraniego y la gente está deseando salir a conocer mundo. Pero en este momento de temperaturas muy altas no vale cualquier lugar, sobre todo cuando estamos hablando de zonas que no tienen playa. De entre todos los rincones de nuestro país, hay uno que destaca por encima de todos, ya que está considerado como un auténtico paraiso, por sus características: Contar con un patrimonio monumental impresionante, no estar muy masificada, no tener temperaturas extremas y disfrutar de una gastronomía maravillosa y de primer nivel.

Esta capital a la que nos estamos refiriendo no es otra que Zamora, también conocida como la “Ciudad del Románico”. La ciudad fue fundada a inicios de la Edad del Bronce,
siendo posteriormente ocupada durante la Edad de Hierro por el pueblo celta de
los vacceos, que la denominaron Ocalam. El asentamiento inicial se produjo en
la almendra delimitada por el Castillo y la costanilla de San Ildefonso, un
emplazamiento estratégico al tratarse de una meseta rocosa defendida por el río
Duero, en la que se ubicó un castro, según asegura Wikipedia.

El poblamiento se mantuvo durante el Imperio romano. De
hecho, con frecuencia se la ha identificado con la importante mansio y civitas
de Ocelo Durii («Ojo del Duero»). La primera referencia documental que se tiene de la ciudad
aparece en el Parrochiale Suevum del año 569, en el que se la cita con el
nombre de Senimure, incluida en la diócesis de Asturica, perteneciente al Reino
Suevo.

Durante la Edad Media, Zamora volvió a ser tomada y
destruida por los musulmanes al mando del emir Mohamed y después reconquistada
por los cristianos en el reinado del rey Alfonso II de Asturias, el Casto,
siendo de nuevo fortificada.

El periodo comprendido entre los siglos X y XIII es el de
mayor relevancia de Zamora dentro del contexto hispánico. La batalla de
Simancas (939) dio a Ramiro II de León el control de los valles del Duero y del
Tormes, convirtiéndose la capital zamorana (por su posición y su ventajoso
emplazamiento, en lo alto de una meseta rocosa al borde del río) en una de las
principales plazas fuertes que aseguraban la frontera.

 

Zamora fue una de las plazas más importantes del Reino de
León. Uno de sus hitos fue la conferencia de paz entre el rey Alfonso VII de
León y Alfonso I de Portugal. Como resultado, el 5 de octubre de 1143 fue
reconocida la independencia del nuevo reino, que quedó reflejada en el Tratado
de Zamora, que marca de manera oficial el nacimiento de Portugal como estado
independiente.

A lo largo del siglo XVIII la ciudad vivió una fuerte
recuperación, que se vio favorecida por la protección de que gozó por parte de
la Corona, proceso que se vio interrumpido abruptamente por la invasión
napoleónica. En la segunda mitad del XIX Zamora empieza a vivir un
resurgir económico, que se acentúa en el final del siglo y el principio del xx,
estimulado por una cierta industrialización, la llegada del ferrocarril en
1864, la electrificación y el desarrollo de la agricultura.

En la actualidad la ciudad alberga instituciones autonómicas
e internacionales, tales como el Museo Etnográfico de Castilla y León, el
Consejo Consultivo de Castilla y León y la organización de cooperación hispano-lusa
Fundación Rei Afonso Henriques (FRAH). Fue la primera ciudad del mundo con cobertura global WiFi,
recibiendo el proyecto, llamado «Zamora Hot City», el «Nobel» de la
informática, el Computerworld Honors.

En cuanto a su patrimonio, Zamora cuenta con un total de 23
templos románicos del término municipal y las 14 iglesias del casco histórico,
por eso la denominación que tiene. Entre este conjunto monumental resalta la Catedral, una de
las más antiguas, ya que los expertos atribuyen su origen al siglo XII, más
concretamente, al año 1174 coincidiendo con el reinado de Alfonso VII. Situada en el punto más alto de la ciudad, es una de las
catedrales más pequeñas y más antiguas de Castilla y León, siendo declarada
Monumento Nacional por la Real Orden el 5 de septiembre de 1889.

Su seña de identidad es su espectacular cimborrio de
influencia bizantina y con escamas de piedra. Se trata de un tambor perforado
con 16 ventanas con vidrieras sobre el que se elevan dos cúpulas: una interna
semicircular, gallonada y otra externa ligeramente apuntada. Su exterior se
ameniza con cuatro cupulillas que sirven para reforzar las esquinas y cuatro
frontones hacia los puntos cardinales que apuntalan la bóveda.

También destaca la Iglesia de Santa María la Nueva, del
siglo XII. Este templo fue incendiado por el pueblo zamorano durante el Motín
de la Trucha (en el año 1158), para quemar a los nobles que había reunidos en
su interior. Fue reconstruida por orden real, cambiando su nombre por el actual
de Santa María la Nueva, estando catalogada como Bien de Interés Cultural.

 

Por otra parte, está la Iglesia de Santa María la Magdalena,
que está considerada como la iglesia románica más bonita y elegante de Zamora
(también está declarada Monumento Nacional), y se la denomina como “La Perla
del Duero”. Se trata de un templo de una única nave reforzada por numerosos
contrafuertes, que cuenta con una torre (inconclusa) a los pies y con un ábside
semicircular que alberga la capilla mayor. Lo más destacable de esta iglesia es
su gran esbeltez y la esmerada decoración de la portada sur (sobre la Rúa de
los Francos). Está ornamentada con motivos vegetales y con una curiosa orla en
la que aparecen 46 cabezas sonrientes representando el paraíso celestial.

Pero no solo de iglesias vive el hombre, y Zamora tampoco,
ya que la ciudad cuenta con otros espectaculares monumentos:

– Puente de Piedra o Puente Nuevo: Construido en el siglo
XII sobre el río Duero, el Puente de Piedra es uno de los cinco que posee la
ciudad, aunque en su época era el único paso posible para comunicar los barrios
del arrabal con el centro histórico. De estilo románico, este puente consta de
dieciséis arcos apuntados y una longitud de 250 metros. Fue levantado para
sustituir el destruido puente romano, por ello también es conocido como “Puente
Nuevo”. Inicialmente tenía dos torres en sus extremos, que cumplían una triple
función: elemento de vigilancia, control de mercancías y cobro tributario del
portazgo.

– Castillo de Zamora: Una de las obras más importantes de
esa primera cerca de murallas fue la construcción del Castillo de Zamora, a
mediados del siglo XI. Situado en la parte más alta de la ciudad, se asienta
sobre roca y se adapta de forma natural a la superficie irregular del terreno.
Tiene planta romboidal, sobre la que destacan tres torres (dos pentagonales y
una heptagonal), además de la Torre del Homenaje, la más alta, que servía de
último reducto de defensa. El castillo está flanqueado por un foso de gran
profundidad, al que se accedía a través de un puente levadizo. Tras varios años
de reformas, actualmente alberga el Museo Baltasar Lobo. El castillo y su
parque anexo son un excelente mirador sobre el río Duero y el conjunto
catedralicio.

– El Parque de La Marina Española. Este espacio verde,
situado junto al río Duero, es perfecto para relajarse y disfrutar de la
naturaleza en pleno centro urbano. Sus amplios paseos arbolados, estanques y
áreas de descanso ofrecen un respiro del calor y el bullicio, haciendo de este
parque un lugar ideal para un picnic o una tarde tranquila. Además, el parque
alberga varios monumentos y esculturas que añaden un toque cultural.

 

– Museo de Zamora: Este centro, ubicado en el Palacio del
Cordón, ofrece una fascinante colección de arte y objetos históricos que
abarcan desde la prehistoria hasta la actualidad, proporcionando una visión
completa de la rica historia de la región. Destacan especialmente las piezas de
arte sacro y los restos arqueológicos que narran la evolución de Zamora a lo
largo de los siglos.

Además de su patrimonio, la capital zamorana destaca por su
tranquilidad. Además, no cuenta con temperaturas extremas, ya que lo habitual
son días soleados, pero tardes frescas, y uno se puede pegar un chapuzón en el río Duero, que surca la capital zamorana.

Gastronomía

Para disfrutar al máximo de la mejor ciudad que puedes
visitar este verano en España, se tiene que disfrutar de su rica y variada
gastronomía. El arroz a la zamorana, el bacalao a la tranca, la ternera de
Aliste y el pulpo o la trucha a la sanabresa conforman el grupo de referencia
de más sólida consistencia en su afamado recetario.

 

En general se caracteriza por la mezcla de la sencillez en
los ingredientes y la abundancia y variedad de carnes. Los platos suelen tener
un fuerte carácter artesanal y un origen humilde, mezcla de cocina pastoril y
agricultora. El sello de identidad de la cocina zamorana se ve respaldada con
la presencia de una amplia y variada carta de vinos de calidad, algunos de
ellos amparados por alguna de las tres denominaciones de origen existentes en
la provincia: Arribes, Tierra del Vino de Zamora y Toro.