Vivir el otoño en Aragón es una experiencia imprescindible. Todo gira en torno al cambios de color en los paisajes, las montañas del Pirineo y los bosques se llenan de tonalidades rojizas y el clima, sin ser tan frío, se convierte en parte de un ambiente especial que puede pasar incluso por reconfortante. En ese orden de ideas, realizar alguna que otra escapada a Huesca para ver con tus propios ojos la belleza del otoño puede ser el plan ideal para este octubre.
Entre los planes mágicos que debes considerar, se encuentra el Castillo de Loarre, ubicado en el municipio oscense que le otorga el nombre. Este es un monumento reconocido como Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional de mayor importancia en la región. Si bien España cuenta con un sinfín de fortalezas para visitar, Loarre es la fortaleza románica mejor conservada de todo el continente, estableciéndose como una atracción turística a nivel internacional.
Historia del Castillo de Loarre
Esta fortaleza románica tiene más de 1000 años. Su núcleo original fue construido en en el año 1020 como una fortificación militar con dos objetivos: defender al Reino de Aragón y servir de base para las incursiones en territorios musulmanes. En la segunda mitad del siglo XI, el rey Sancho Ramírez llevó a cabo una ampliación significativa, añadiendo un monasterio y una iglesia románica dedicados a San Pedro, con la intención de convertir el castillo en una sede religiosa y militar.
Gracias a esta ampliación, la comunidad monástica agustiniana pudo habitar allí dándole al castillo una segunda connotación: la de monasterio. Con el avance de la Reconquista y la caída de los territorios musulmanes en el valle del Ebro, la importancia militar del Castillo de Loarre comenzó a disminuir. Durante los siglos XII y XIII, la fortaleza fue perdiendo su función estratégica, y el monasterio fue trasladado.
Conservación y valor cultural del Castillo de Loarre
La fortaleza se sitúa en la ladera de una montaña de más de 1.000 metros de altura bastante pronunciada, lo que también le ayudó a resistir y ser clave en la reconquista de Bolea. En la actualidad, el castillo aún conserva el edificio real, la capilla, el patio de armas, el torreón de la Reina, las estancias militares y la torre del vigía en perfecto estado. Además, del periodo Agustiniano aún permanecen presentes la Torre del Homenaje, la Iglesia de San Pedro y una cripta en la que se encuentran reliquias y artefactos pertenecientes a San Demetrio.
En 1906, el castillo fue declarado Monumento Nacional, y en las últimas décadas ha sido objeto de numerosas restauraciones que han preservado su estado. Hoy en día, es un destino turístico popular y ha servido de escenario para películas, como “El reino de los cielos” (2005).
Fantasmas, misterio y leyendas
Una de las leyendas más conocidas del Castillo de Loarre es la existencia de un túnel secreto que conectaría la fortaleza con la localidad de Ayerbe, situada a unos diez kilómetros. Se dice que este pasadizo subterráneo fue utilizado para escapar en caso de asedio cuando el castillo estaba rodeado. Otro relato popular asociado al Castillo de Loarre es el del fantasma de un monje. Según la leyenda, el monje fue condenado por cometer un pecado grave y murió en circunstancias misteriosas. Desde entonces, su espíritu vaga por la iglesia de San Pedro
Como en muchas otras fortalezas antiguas, el Castillo de Loarre también tiene su leyenda de la Dama Blanca, un espíritu que aparece vestido con una túnica blanca. Según la historia, se trataría de una joven noble que se enamoró y fue traicionada por un caballero. Su tristeza y desesperación la llevaron a su muerte, y desde entonces su alma en pena se manifiesta en el castillo.
Finalmente, la Torre del Homenaje del castillo carga su propia maldición. Según el relato fue hechizada por un brujo que busca que cualquiera que pase demasiado tiempo en ella sufra infortunios o incluso la muerte.
