Estoy cansada

Estoy cansada

Hace años, más de 15, entrevisté a la actriz Belén Rueda en su domicilio, un estupendo chalé en las afueras madrileñas. El que una estrella de su brillo abriera su casa a una periodista ya era insólito en la época y hoy es imposible, pero no es eso lo que quería contarles. No recuerdo la película que estrenaba Rueda ni de qué asuntos hablamos, sentadas en la alfombra de su salón porque así la entrevistada estaba más cómoda. Pero sí que Belén, cálida sin abrasar como es ella, me confesó algo que se me quedó grabado a fuego. Me dijo que estaba cansada de estar cansada y que había decidido no estarlo, aunque lo estuviera. Aquello me sacudió viva porque a mí me pasaba lo mismo. En casa de Rueda, como en todas, también cocían habas. Había enterrado a su bebé de 11 meses por una cardiopatía y, madre separada, criaba a dos niñas que querían jugar con mamá cuando volvía del trabajo y se quejaban de que siempre estuviera agotada. Como las mías.

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