Experto en adicciones cuenta los secretos para dejar de “comer sin hambre”: “La voluntad no vale de nada”

Experto en adicciones cuenta los secretos para dejar de “comer sin hambre”: “La voluntad no vale de nada”

Dieta keto, dieta de la piña, dieta del tomate, dieta de la manzana, dieta de la alcachofa, ayuno intermitente, etc. Estos son solo algunos de los primeros resultados que aparecen en el buscador de Google si intentamos encontrar formas fáciles de perder peso.

Y es que algunos de los métodos “milagrosos” que proponen estas doctrinas están totalmente alejados de la realidad cotidiana. Muchos de ellos caen en recortes excesivos, cuando lo más sano, y así lo han estudiado los profesionales, es ir introduciendo poco a poco pequeños cambios más saludables en la alimentación del día a día.

Muchas personas intentar buscar una salida en estos recortes tan restrictivos para intentar compensar los excesos que han tenido comiendo. El doctor Judson Brewer, que cuenta con una experiencia de más de 20 años como médico y como investigador clínico, ha escrito un libro para que ayudarnos a evitar los malos hábitos y la culpabilidad, y sustituirlos gradualmente por otros más sanos.

Como él mismo expresa en el libro “Comer sin hambre” (Editorial Paidós): “Esta obra nos presenta una nueva manera de relacionarnos con la comida fomentada en la libertad y la ligereza que provienen del bienestar interior”. Es decir, una manera de dejar de darse atracones por el estrés, sin recurrir a dietas restrictivas ni desarrollar culpabilidad por ello.

Pregunta. ¿Qué casos de ansiedad por la comida le llegan más últimamente a consulta?

Respuesta. En términos generales, sobre todo tienen que ver con la incertidumbre del futuro, que genera ansiedad en la gente , y esa ansiedad les empuja a hacer algo. Y lo único que pueden hacer es comer porque no pueden controlar el futuro.

Ansiedad por el fututo es lo más común: puede darse por motivos personales, políticos, medioambientales o geopolíticos… hay por desgracia muchas cosas ahora mismo en el mundo que nos pueden generar ansiedad.

P. ¿Se come por ansiedad o se tiene ansiedad por comer? ¿Lo uno ayuda a lo otro?

R. ¡Muy buena pregunta! La respuesta es sí. Sí que se ayudan. Yo la mayoría de las veces veo que la gente come porque tiene ansiedad, pero también veo que la gente que tiene problemas y desarrolla hábitos alimentarios empieza a sentir ansiedad entorno a la comida y a la alimentación.

Empiezan a fijarse en los menús de los restaurantes al que van a ir dentro de una semana para ver cómo gestionan la dieta esa semana, por ejemplo. Y cuando digo restaurante puede ser también una fiesta, un evento familiar… cualquier situación sobre la que no tengan control.

P. ¿Cómo afecta una mala alimentación al estado de ánimo? ¿Cómo influye la comida en los sentimientos?

R. Los alimentos o la comida influyen en las emociones en muchos sentidos. Hay una nueva tendencia en el mundo de la psiquiatría en que se están empezando a identificar vínculos entre la cantidad de comida que se come y los estados de ánimo. Por ejemplo, los alimentos hiperprocesados y otros tipos de alimentos no saludables pueden afectar a la microbiota que desempeña un papel importante en la depresión y la ansiedad.

Algo similar, y que he visto personalmente en mí mismo, me ocurría cuando antes comía comida procesada o comida basura, que tenía muchos cambios de humor. Yo pensaba que eran normales, pero resulta que estaban directamente motivados por lo que consumía. Por ejemplo, si comía carbohidratos simples me sentía satisfecho durante un rato y después muy cansado, e intentaba reponer esa energía consumiendo algo más como cafeína.

Esto le pasa a mucha gente: entran en una montaña rusa por cómo les afectan un alimento a su estado de ánimo, y luego lo intentan compensar con otro alimento, pero esto no es una solución permanente, sino una tirita.

Uno debe empezar a explorar sus hábitos: cómo se siente cuando come sano o cómo cuando come alimentos procesados, cómo eso afecta a su estado de ánimo. Al hacerlo, uno puede empezar a identificar la comida que le genera buenos o malos estados y ánimo y mayor o menos cantidad de energía.

P. ¿Por qué intentamos nuestra alimentación de golpe en vez de poco a poco, si es mucho más fácil de la segunda forma?

R. Efectivamente, sí. Es más fácil ir poco a poco, pero el ser humano no funciona así. Sobre todo en este momento en que consumimos tanta información en las noticias, en las redes sociales, etc. Es una mentalidad de siempre pensar a lo grande, de ir a tope con todo.

Las cosas que se hacen de forma gradual no son sexys, no sale en las portadas. Además, ir poco a poco no ayuda a calmar estas ansias que se tienen cuando buscamos un efecto inmediato. Queremos que la solución sea milagrosa, que nos asombre. Pero cambiar poco a poco es aburrido, aunque sea el camino correcto a seguir, no nos satisface tanto como el cambio inmediato.

P. ¿Por qué la gente se juzga tanto a sí misma y es más tolerante con los demás en cuanto a dietas?

R. Creo que tenemos una doble vara de medir porque aprendemos incorrectamente, por supuesto, a juzgarnos, pues pensamos que ser duros con nosotros mismos es una forma de cambiar nuestra conducta. Entonces nos juzgamos y somos duros pensando que esto va a cambiar nuestros hábitos. Y somos buenos con los demás porque ser malos con otros no nos hace sentir muy bien y socialmente no es aceptable. Entonces es irónico porque estamos aplicando una doble vara de medir.

Por una parte, nos juzgamos a nosotros, pero no nos preguntamos “¿Esto realmente me sirve de algo? ¿Me aporta algo?”. Y no hay nadie en redes sociales que nos diga, por ejemplo, “No me puedo creer que te estés juzgando de esa manera y seas tan duro o tan dura contigo misma” y nos cancelen por eso. Lo vemos en las películas, en las redes sociales o en los medios de comunicación cuando alguien es muy duro consigo mismo. Pero claro, así no es la vida real, solo en las pelis.

P. ¿Qué paso podemos dar desde hoy mismo para tener una “alimentación más consciente”?

R. Pues algo muy sencillo que podemos hacer es poner curiosidad en cada bocado. Y no solamente darnos permiso, sino encontrar placer en esa comida y en esa curiosidad, explorar esas sensaciones. No tiene por qué ser un proceso lento, pero sí consciente. Y así podemos maximizar también el disfrute cuando comemos algo, incluso algo que no tiene un sabor especialmente rico. Lo que podemos hacer es desarrollar esa curiosidad y explorar “¡Vaya! ¿A qué sabe esto? ¿Qué tipo de sabor es este?”.

P. ¿Por qué la gente cada vez piensa menos en cómo come?

R. Yo diría que es porque cada vez están más distraídos por todas esas cosas que están diseñadas para captar nuestra atención. Nunca antes había habido tantas distracciones en la vida que capten nuestra atención como las que hay a día de hoy, porque hay una “economía de la atención” y gente que quiere capitalizar nuestra atención.

P. ¿Por qué las dietas no son tan efectivas? ¿Cuál es entonces la mejor manera de salir del bucle de los malos hábitos alimentarios?

R. Por resumirlo, yo creo que la clave es aprovechar el “sistema de aprendizaje por recompensa” del cerebro y aprovechar la consciencia plena, la atención plena, para desencantarnos con determinados patrones alimentarios, para reconocer esos patrones y también reconocer otras cosas, otros patrones más saludables y encantarnos con ellos, en vez de desencantarnos. Pero todo eso lo que implica es consciencia.

Para conocer más acerca de la alimentación consciente (mindfulness) y cómo cambiar a unos hábitos más saludables, el Dr. Judson Brewer, un psiquiatra con más de 20 años de experiencia tratando adicciones, ha publicado recientemente su nuevo libro “Comer sin hambre” (Editorial Paidós).