Exprimiendo a Sánchez

Exprimiendo a Sánchez

Hace un año, Pedro Sánchez celebró su derrota en las elecciones generales como una victoria que garantizaba su gobernabilidad: a pesar de que su partido no fue la fuerza política más votada y de que su coalición de gobierno había perdido significativamente escaños, la derecha españolista de PP y Vox no sumaba mayoría absoluta, tampoco con UPN y Coalición Canaria.

Por ello, y en ausencia de una abstención del PSOE que evidentemente no iba a producirse, solo había dos caminos posibles: o nuevas elecciones generales o un acuerdo parlamentario de todos contra un gobierno PP-Vox. Como es bien sabido, esto último fue lo que sucedió y Pedro Sánchez fue capaz de continuar al frente de la presidencia del Ejecutivo. Sin embargo, esa continuidad se logró asumiendo el peaje de una enorme debilidad parlamentaria: a la postre, y con la actual configuración de las Cortes, existen ahora mismo cuatro formaciones con poder de bloqueo, esto es, el PNV, Bildu, ERC y Junts. Si cualquiera de estos partidos vota en contra de algún proyecto de ley, al que también se opongan PP y Vox, el proyecto de ley no sale adelante.

En principio, Bildu y ERC son partidos de izquierdas que, en consecuencia, están más o menos domesticados en la mayoría de temas que el Gobierno someta a deliberación dentro del parlamento. A su vez, el PNV también se halla maniatado por los acuerdos que mantiene con el PSOE en el País Vasco. Pero Junts es otro asunto: los de Puigdemont ni están alineados ideológicamente con PSOE-Sumar ni, aprobada la Ley de Amnistía, le deben nada al PSOE. Al contrario, ambas formaciones se están disputando presidir la Generalitat y, por ende, están enemistadas en Cataluña. De ahí que el fracaso parlamentario tanto en la reforma de la Ley de Extranjería cuanto en la aprobación de los objetivos de déficit, que son la condición necesaria para la tramitación de los presupuestos de 2025, quepa atribuírselo únicamente a la fragilísima mayoría parlamentaria con la que Sánchez conservó La Moncloa.

Sus socios no son realmente socios (el propio Junts repite que no forman parte de ninguna coalición de gobierno) sino simplemente muñidores de la debilidad y desesperación de Pedro Sánchez por seguir en el poder. En cada votación tendrá que pagar la mordida correspondiente. No en beneficio de los españoles, sino en su propio beneficio personal.

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