El mundo entero mira con preocupación a Oriente desde el pasado 1 de octubre, cuando Irán atacó a Israel con el lanzamiento de cerca de 200 misiles, su peor ofensiva desde el origen del conflicto. La situación no invita al optimismo y miles de ciudadanos intentan huir en masa de una tierra que parece incompatible con la vida. Los que se exiliaron hace tiempo miran con horror al lugar que un día fue su hogar, recordando días mejores en los que la guerra se les antojaba tan lejana como hoy se lo parece a Occidente.
Farah Diba, la última emperatriz de Irán, es una de las que siempre ha llevado su país por bandera, a pesar de que se vio forzada a abandonarlo tras la Revolución de 1979 que acabó con la monarquía. De hecho, recientemente confirmó que se están desarrollando dos piezas audiovisuales -un documental y una película guionizada- sobre su vida, estrechamente ligada a su tierra natal.
“Me interesa que se cuente mi historia a través de un documental y un proyecto con guion, pero quiero que vayan más allá. Quiero mostrar qué es Irán y quiénes son los iraníes. Quiero que hablen de mi país, especialmente de su historia y cultura, que son muy importantes para mí”, indicó en “Deadline”.
Su llegada a la Familia Imperial iraní se produjo en diciembre de 1959, cuando contrajo matrimonio con el sha Reza Pahleví con solo 19 años. Él tenía entonces 40 años, dos exmujeres y una primogénita que superaba en edad a su nueva esposa. Farah Diba sorprendió al mundo con su elegancia y belleza con el vestido de novia diseñado por Yves Saint Laurent para Dior, que incluía bordados con hilos de plata con perlas y motivos persas.
Desde ese momento se convirtió en la emperatriz consorte de Irán y diez meses después dio a su marido y a su pueblo un heredero varón que pudiera perpetuar su linaje, Reza Ciro. Después llegaron sus otros tres hijos en común: Yasmin Farahnaz, Leila y Alí Reza.
Durante su reinado, Farah Diba estrechó lazos y vínculos con líderes de todo el mundo, lo que le permitió codearse con las más altas esferas a nivel internacional. En el caso español, cabe recordar la visita de Estado de los Reyes Juan Carlos I y Sofía a Teherán, la capital iraní, en 1970.
Un viaje que hoy se antoja lejos de repetirse. De hecho, Casa Real ha anunciado que finalmente la Reina Letizia no acompañará al Rey Felipe VI a su visita de Estado a Jordania -país vecino de Israel- para garantizar su seguridad en un momento de máxima inestabilidad en la zona.
Retomando esos años dorados de la monarquía iraní, lo cierto es que la Reina Sofía y Farah Diba tuvieron la oportunidad de coincidir en varias ocasiones más allá de la agenda oficial, y a partir de esos encuentros se forjó una amistad que se mantiene hasta el día de hoy.
Una de sus fiestas más recordadas tuvo lugar en 1989, cuando Farah Diba ya añoraba su amada Irán desde el exilio entre Estados Unidos y Francia. Aquel año, el príncipe Michael de Grecia organizó una exclusiva fiesta en la Casa Pilatos de Sevilla para celebrar su cumpleaños y la puesta de largo de su hija Olga, y hasta allí se trasladaron los nombres más vip de la escena mundial, desde los barones Thyssen hasta los duques de Badajoz, pasando por Víctor Manuel de Saboya o Luis Carlos de Borbón Dos Sicilias.
Un fin de semana para recordar que unió para siempre a la Reina Sofía y a Farah Diba. De hecho, la emperatriz iraní fue una de las invitadas a las celebraciones organizadas en el marco del 80º cumpleaños de la esposa de don Juan Carlos I, como el concierto de la Escuela Superior de Musica que lleva su nombre.
Han coincidido en otras muchas ocasiones, siendo las más destacadas la boda en Venecia de Alejandra de Grecia en 1998 o la del príncipe Leka Zogu II de Albania en 2016.
