Galicia y su playa infinita que recomienda National Geographic

Galicia y su playa infinita que recomienda National Geographic

Hay lugares en los que uno puede sentir una sensación de infinidad, la pérdida del sentido de la vida, de lo limitado, de que, a fin de cuentas, todo pasa y todo acaba. Son espacios donde, por ejemplo, confluyen el río y los océanos, la brisa silba leve levantando una arenisca, y ésta, la arena, se agita silenciosa en diminutos remolinos buscando otro lugar donde apoyarse.

Sucede en la playa de Carnota (A Coruña), una media luna que se esconde donde finalizan la Rías Baixas y arranca la Costa de la Muerte. Un arenal dominado, desde arriba, por las ciclópeas rocas de A Moa, la cima del Monte Pindo, el Olimpo sagrado de los celtas que se eleva hasta rozar los 630 metros sobre el mar.

Su belleza, unida al paraje natural en el que descansa, ha hecho de esta playa uno de los lugares de referencia de Galicia. Una especia de Caribe que la revista alemana Traum Stände sitúa entre las cien mejores del mundo; una encuesta de rentalia.com la fija entre las tres mejores de Galicia; y National Geographic recomienda visitarla este verano:

“Forma una media luna de fina arena interrumpida solo por el canal que une las marismas con el océano. Su entorno, que incluye un campo de dunas, y su conservación natural la convierten en una de las favoritas en todas las listas de mejores playas de España. El Monte Pindo pone el telón de fondo al baño”.

La más extensa de Galicia

No en vano, la de Carnota es la playa más extensa de Galicia. Un arenal de siete kilómetros de largo por medio de ancho prolongado en dunas, que se abre en un canal en la zona norte por donde penetra el mar.

El arenal ofrece un conjunto único de dunas y marismas en cuya laguna interior se localizan diversas comunidades vegetales y animales, entre las que destacan el berberecho, el cangrejo carrofeito o la rana.

Y para los amantes de las aves, la de Carnota es también una playa ideal. No en vano, el arenal actúa como refugio de muchas especies en sus movimientos migratorios, además de ser uno de los pocos lugares de Galicia donde anida la píllara papuda, ave en peligro de extinción por constante alteración de su hábitat.

Monte Pindo

Por encima de su vuelo, dominándolo todo, se ubica el mencionado Monte Pindo, cuya cima ofrece el amplio y escarpado panorama costero que se extiende a sus pies.

En torno a este lugar se han ido desarrollando numerosas leyendas sobre sus antiguos pobladores, los celtas, y sobre las propiedades mágicas de la zona. De ahí su denominación, también, como Olimpo Celta, por ser un lugar sagrado para los celtas, que realizaban sus sacrificios sobre aras pétreas.

No en vano, cuenta la leyenda que la disposición de sus piedras, en vertical como si recordasen a personas, son en realidad los espíritus de los druidas y héroes celtas que, buscando permanecer toda la eternidad en el Pindo, tomaron forma de roca.

El Padre Sarmiento habla de que en O Pindo hay excelentes pastos, aguas puras, plantas medicinales y animales muy fecundos, por lo que era costumbre de algunos casados subir aquí para volverse fértiles y tener descendencia.

Los hórreos de Carnota

Pero más allá de la playa y de este monte de leyenda, si algo distingue a Carnota es una de esas construcciones tan gallegas que han pasado a formar parte del imaginario colectivo: los hórreos.

En Carnota están inventariados alrededor de 900 hórreos. Uno de los más emblemáticos, que lleva por nombre el del propio municipio, Carnota, se construyó en 1768, ampliándose en 1783 con 11 nuevos pares de pies que arrojan un total de 22 que se reparten a lo largo de 34 metros con una altura de casi dos metros.